Resulta difícil de creer que esta sea el debut de Lawrence Kasdan detrás de las cámaras, un director que le ha hecho varios favores al cine: colaborar en la escritura de los guiones de "En busca del Arca perdida" y "El imperio contraataca" y dirigir esa maravilla llamada "Grand Canyon", que tanto aporta para comprender las claves de la vida en una gran ciudad.
Todo transpira calor en "Fuego en el cuerpo". La temperatura de la película (William Hurt va siempre sudando) se transmite al espectador en esas escenas subidas de tono con la también debutante Kathleen Turner, que se convirtió así en uno de los mitos sexuales de los ochenta, aunque unos años después engordara demasiado.
Hablábamos aquí hace pocas semanas de "Perdición" de Billy Wilder y del prototipo de mujer fatal que representa Barbara Stanwyck. Kasdan recoge en su película la mejor tradición del cine negro y, olvidándose de los efectismos propios de los ochenta, realiza una soberbia obra de factura totalmente clásica, sostenida por un guión perfecto, que explora todas las posibilidades de los personajes y mantiene al espectador en vilo durante todo el metraje gracias a su enorme fuerza narrativa.