Revista Arquitectura

Fuego en Skull Island. El espacio cinematográfico como patrimonio.

Por Jgorostiza
Fuego en Skull Island. El espacio cinematográfico como patrimonio.El 9 de agosto del año pasado escribía sobre un congreso que se iba a celebrar -y, de hecho, se celebró- en Laboral de Gijón entre el 23 y el 27 de septiembre, denominado XI Jornadas Internacionales de Patrimonio Industrial  dedicado al Patrimonio y Arqueología de la Industria del Cine. Hace unas semanas se ha publicado un libro (cuya cubierta se reproduce al lado) que recoge las ponencias que se presentaron, editado por el alma mater del INCUNA, Miguel Ángel Álvarez Areces. Un libro en el que caben desde los edificios cinematográficos, hasta la arquitectura representada en el cine, pasando, por ejemplo, por la propia pelícual como patrimonio, Gordon Matta-Clark o Yasujiro Ozu. El problema de estas ediciones es siempre el mismo, la desigualdad entre los artículos, ya que hay algunos magistrales y casi me atrevo a decir innovadores en las relaciones entre cine y arquitectura -y obviamente no me refiero al mío-, hasta investigaciones locales con mucho menos interés, a pesar de ello creo que el libro es recomendable y digno.Entre otras ponencias está la que yo presenté: «Fuego en Skull Island. El espacio cinematográfico como patrimonio», de la que copio a continuación su final. Esta vez he cambiado y no publico el principio, porque el editor decidió modificar parte de un párrafo que añadí en una adenda -modificación que no altera su sentido-, después de haber visitado el pueblo de Llanes, precisamente por ser una de las actividades del Congreso.
«Volviendo a Lo que el viento se llevó, la fachada de Tara, la finca de Scarlett O'Hara, quedó en pie cerca de donde habían ardido las puertas de Skull Island, en 1959 la Southern Attractions, Inc. la compró, la desmanteló y la envió a Georgia para colocarla en Atlanta como atracción turística; sin embargo, los herederos de Margaret Mitchell, autora de la novela, se negaron a unir su nombre a esa fachada alegando que no se parecía a la descrita en el texto original. En 1979 los restos de la fachada por fin se pudieron montar en el Margaret Mitchell House and Museum situado en el centro de Atlanta. Cuando en 1959 le preguntaron a David O. Selznick por el primer traslado, contestó: «Nada en Hollywood es permanente. Una vez fotografiado, la vida aquí está terminada. Esto es casi simbólico de Hollywood. Tara no tenía habitaciones dentro. Era sólo una fachada. Gran parte de Hollywood es una fachada» . El magnate conocía bien el terreno donde se movía, en un lugar como la fábrica de sueños, lo que se confecciona es más importante que la realidad.El 1 de junio de 2008 un voraz incendio destruyó parte de las instalaciones de los Universal Studios de Hollywood, entonces se publicó en algunos periódicos que se habían quemado los decorados de King Kong, no es verdad, lo que se quemó fue parte de una atracción sobre el simio gigante, porque los Universal Studios son, sobre todo, otro parque temático. Es cierto que en el incendio de las puertas de Skull Island se quemó un patrimonio que quizás debería haberse conservado, pero fue productivo, porque sin él no se hubieran visto las impresionantes imágenes del desastre de Atlanta. En el caso del último incendio mencionado, la verdad es que no se produjo ningún acto productivo, en las fotografías se puede ver que cerca de la columna de humo están los restos de un gigantesco Jumbo y unas casas destruidas, daños que parecen provocados por el siniestro, pero que eran parte del rodaje de La guerra de los mundos, dirigida por Steven Spielberg. Una vez más, la separación entre realidad y la ficción se vuelve más indefinida.
Adenda
La ponencia acababa aquí, pero una visita programada al final del Congreso a Llanes, donde se explicó el proyecto Llanes de Cine, dio la clave para otra relación entre el espacio cinematográfico y el patrimonio.Antes se habló de rodajes en escenarios creados especialmente para ello, ya sea en estudios o fuera de ellos, o sea las filmaciones en los llamados decorados. Es evidente que también se rueda en exteriores, en lugares que no se han modificado; lo significativo es que hay una demanda turística cada vez mayor enfocada a visitar esos sitios y desde las instituciones se fomenta este tipo de visitas, por lo que gracias a estas iniciativas y a las películas que se rodaron en ellos, se preservan esos lugares, a veces poco interesantes desde el punto de vista del patrimonio arquitectónico, pero que paradójicamente se conservarán gracias al séptimo arte».
Como siempre, si alguien desea leer mi ponencia y otras mejores, tendrá que comprar el libro y yo, como siempre, recomiendo y estoy seguro de que estará en la librería 8 1/2 de Madrid.

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