Apenas unas horas esta semana en México DF para impartir una conferencia. En mi viaje de vuelta, en el asiento 2A del IB6402 pude disfrutar de la visión de la inmensidad de la capital azteca. Más de una hora sobrevolando la ciudad mientras empezaba a anochecer. Allí abajo se veían lucecitas de todos los colores, tamaños e intensidades.
Recordé entonces esta historieta que alguien me contó:
En un pequeño pueblo americano, un hombre tuvo la suerte de subir hasta el cielo. A la vuelta, contó a los demás lo que había visto:
El mundo es un montón de gente, un mar de fueguitos. Hay gente de fuego sereno, a los que nada les afecta; gente de fuego loco, que lanza chispas a su alrededor; gente de fuego débil, que ni alumbra ni quema; gente de fuego abrasador, que derrite todo a su paso...
Pero todos arden en la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende.
Y es que cada persona brilla con luz propia entre todas las demás.
¿Has elegido el fuego con el que quieres brillar? Según como brilles tú, encenderás a los que te rodean.