La música es ese sentimiento que te da escalofríos, que te pone la piel de gallina de un momento a otro; la música es ese “algo” que fluye, no sólo por tus oídos, ni tu cuerpo, llega a tu cerebro y lo traspasa, dejando huella, alegrándote o matándote de dolor. La música es ese “algo” que te trae recuerdos, algunas veces buenos y otras, otras no tanto. Aun así, quizá porque somos una especie atrevida, seguimos escuchándola, pues aunque nos ponga triste o nos alegre el día, la música te acompaña, te ayuda a evadir, te mantiene vivo.
Aun no soy capaz de comprender a las personas que no disfrutan de una buena melodía, y no estoy entrando en gustos, para mí cualquier forma musical es arte y cada uno que escuche lo que desee. Hay gente que se decanta por clásicos de Mozart y otros que disfrutan más el Heavy Metal o ambos. No hablo de diferenciar, pues hasta en eso hemos conseguido criticarnos los seres humanos, en menospreciarnos entre nosotros por lo que elegimos escuchar de camino al trabajo. Disfrutemos, a diferencia de los gatos solo tenemos una vida así que dejemos de vivirla por otros y más por nosotros mismos. La música ayuda, es terapia gratuita después de un día eterno de trabajo o de haber roto con tu pareja, la música es eso que te va a hacer bailar y cantar por la casa y por un instante olvidar todo lo malo, y aunque solo sea un instante te darás cuenta que ya lo has conseguido olvidar por lo que va resultar más fácil sobrellevarlo.
La música es eso que debes dejar entrar a tu vida siempre, ella nunca te va a juzgar, siempre acompaña.