El agua es un bien escaso y se derrocha. El agua es un bien público y se paga a precio de saldo, a sabiendas de que su gestión resulta cara y de que su distribución no es siempre equitativa. Por eso se derrocha. Pero en época de crisis el agua pública resulta cara en exceso. Por eso se privatiza. Para que la pague directamente quien la use. Y para que de lo público se cree riqueza privada.
Las aguas públicas cuando manan libremente y no se cobran acaban siendo un bien cuestionable que estimula su explotación rentable. Por eso se envasa y se vende en bares y supermercados. Por eso se convierte en un bien objeto de negocio. Por eso se eliminan las fuentes públicas en la ciudad.
En Madrid, de las 4.000 fuentes públicas que había en los ochenta del siglo XX, en 2012 sólo quedan 1.843. De estas, solo funcionan dos tercios, unas 1.200. Muchas se han condenado y no prestan servicio. Algunas estaban en zonas en las que se realizaban actividades deportivas o que tenían mucha afluencia de gente y, aún así, se eliminaron. En general, puede ser que se hiciera valer la directiva municipal de racionalización de suministro de agua potable. Esta situación acaba siendo desconcertante para el ciudadano madrileño que, acostumbrado al acceso libre a las abundantes fuentes de agua potable repartidas por la ciudad, ahora se sorprende por lo difícil que resulta hallar un surtidor que funcione. También es cierto que era normal ver como la fuente pública se utilizaba como lavadero de coches, especialmente en vehículos de servicio público urbano. O como el deficiente servicio de mantenimiento de las fuentes propiciaba el derroche del preciado líquido que escapaba hacia las alcantarillas sin control.
La fuente pública de la foto está en una esquina del barrio de Salamanca de Madrid. Es de 1876, es decir del periodo en que el barrio se construía integrado en el proyecto de Ensanche de Carlos María de Castro. La fuente de hierro y el vaso de granito se han conservado, y se ve como se ha procurado integrar la fuente en el nuevo solado de la acera sin estridencias innecesarias.
Sin duda esta fuente pública es un testimonio impresionante de la historia del barrio y de la historia de Madrid. Descubrirla es todo una sorpresa. En especial si se piensa en los antecedentes. Entonces surge la pregunta de cuántas como esta y anteriores a esta han desaparecido sin el más mínimo atisbo de remordimientos y sin que nadie se diera cuenta.