Hoy quiero presentaros un elemento del mobiliario urbano que encontramos frecuentemente por las calles de París y el cual hay que tener en cuenta ya que nos da un servicio imprescindible para el turista y totalmente gratuito, las Fuentes Wallace.
Hasta mi segundo viaje a esta ciudad no me percaté de su existencia y fue gracias a que una amiga me contó que estas fuentes eran de agua potable y que estaban colocadas por todo París. Imagino que en mi primer viaje a esta ciudad pasaron desapercibidas para mi porque era Noviembre y en esta época las fuentes dejan de funcionar para poder evitar que se deterioren por las heladas. En mi segunda visita, en pleno Agosto y con ola de calor, el beber agua era necesario por tanto era imposible que pasasen inadvertidas.
La idea de estas fuentes surge del filántropo británico Richard Wallace. Amante de la ciudad de París, vio como en los años 1870 esta sufría tiempos difíciles. La clase trabajadora de la ciudad perdía el acceso al agua potable por el gran encarecimiento que se dio tras la guerra con Prusia. Esta subida del precio de un bien necesario no solo hacía que los parisinos no pudiesen beber sino que repercutía en la higiene y en el alcoholismo (el vino era mas barato que el agua) dándose así problemas sociales severos.
Richard Wallace no solo ayudó a los parisinos con este gesto. En el día de su muerte fue honrado por éstos por haber sido un hombre que no perseguía la fama y los reconocimientos públicos sino que pensaba y actuaba para ayudar a la ciudadanía y a la vez seguir embelleciendo París.
El diseño de las fuentes se las encargó al escultor Charles-Auguste Lebourg pero éste se tenia que ceñir a unos criterios bien claros impuestos por el filántropo. Las fuentes tenían que ser lo suficientemente grandes para ser vistas de lejos pero no tanto como para perturbar el paisaje de París y por otro lado aportar un toque de belleza a la ciudad que no estropease la visión de su arquitectura y su mobiliario urbano en conjunto. El ayuntamiento sería el encargado de elegir ese tono verde oscuro que presentan ya que debía ser el color predominante en esa época para los elementos dispuestos por toda la ciudad.
Otras exigencias, ya con un toque mas logístico, del Señor Wallace fueron que el precio no debía ser muy elevado para poder instalar el mayor número posible de fuentes y que el material con el que se elaborasen fuese resistente y sencillo a la hora de trabajarlo y mantenerlo. El material elegido sería el hierro fundido.
Al final se diseñaron cuatro modelos distintos aunque el más conocido es el que se inspira en la Fuente de Los Inocentes ubicada en esta misma ciudad. Yo fue el único que vi y por el cual he querido escribir esta entrada y por tanto el único que explicaré aquí ya que también es el que predomina entre todos.
Mide 2,71 m y pesa algo mas de 600 kg siendo así el más grande de todos. El diseño se basa en una base octogonal que sostiene cuatro cariátides que a su vez sostienen una cúpula coronada por un pico con delfines. Estas cuatro cariátides, aunque pueden parecer iguales, tienen ligeros matices que las hacen diferentes. Representan la Bondad, la Simplicidad, la Caridad y la Sobriedad pero también las cuatro estaciones.
El agua cae constante desde el centro de la cúpula a un hueco en el centro de la base octogonal protegido por una rejilla para que no se tapone. Hace años, en cada fuente había unas tazas de metal enganchadas a una cadena para que la gente bebiese pero por motivos de seguridad y salud fueron retiradas a mediados del siglo XX.