Pareciera que la oposición venezolana ha perdido el foco de la lucha, y se han empeñado en pelearse entre sí, por un poder efímero o que “por ahora” no ostentan. Enfilando toda la artillería pesada en contra de aquellos que se atreven a plantear algo distinto, a una supuesta ruta que se ha desdibujado en el tiempo, definitivamente no es la solución.
Si, se ha perdido el foco de la lucha, porque el venezolano común y corriente, el ciudadano de a pie, ese que con quien también han perdido contacto y empatía, solo quieren una salida a la crisis que cada día vemos como se agudiza más.
Las redes sociales se han convertido en el escenario de esa guerra sin cuartel entre opositores y opositores; esas tendencias manipuladas que solo satisfacen egos y posicionamientos mediáticos, pero que no resuelve los problemas de la gente.
Me pregunto, cómo decirle a un ciudadano del estado Nueva Esparta, que cada día está más aislado y no precisamente por su condición de isla, que esa lucha intestinal de aquellos que unidos en su momento impulsaron un camino, ahora tienen visiones distintas en la solución de sus calamidades. Cómo decirle a la gente de Táchira que la panacea en la resolución de sus tragedias es enfrentarse unos con otros. Y así, si nos paseamos por todo el país, creo que no hay explicación creíble a esta lucha por un poder que repito, es efímero y vacío.
Señores creo que es hora de despertar y reaccionar como invitó en su momento San Juan Pablo II. El objetivo de lucha a estas alturas debería estar más que claro, pero bueno si hay una especie de amnesia política, es bueno ratificar que el monstruo a vencer es la corrupción, el hambre, la desidia, la precariedad en la prestación de los servicios públicos y el gran deterioro que hemos vivido como nación, como consecuencia de una política errada y equivocada que durante más de veinte años se ha empecinado en contra de todos.
Es menester volver al foco inicial de esta gesta por la libertad y la democracia. Les aseguro cómo ciudadana común y corriente, que no será a través de luchas por parcelas de poder que vamos a llegar a una salida victoriosa.
Es momento de deponer actitudes viscerales, es momento de poner orden y definir desde los intereses del país, no desde los intereses de un grupo o de otro. Lo económico no puede seguir privando en la política opositora, y aunque suene duro es así. Lo que debe privar son los intereses colectivos, de la gente, ayudar desde la verdad, no desde una estrategia de marketing para obtener más seguidores, porque muchos de ellos son robots, en cambio las necesidades de la gente son reales y ameritan atención.
La doble moral, el doble discurso no puede seguir privando en los actores políticos opositores de Venezuela, porque se están pareciendo mucho a eso que durante años han criticado.
Son momentos de introspección, de reflexión, de analizar el día a día de la política venezolana. Es momento de trabajar por la gente desde la sinceridad y no desde una estrategia . Es momento de trabajar por Venezuela.
Si lamentable y dantesco es lo que pasa del lado del oficialismo, más terrible es lo que pasa del lado de la oposición. Se dejaron ver las costuras de su ego depredador, donde no se salva nadie y donde todos tienen que aplaudir como focas aunque tengan el agua al cuello, para no romper con la estrategia impuesta por un grupo o una parcialidad política.
La pandemia que nos ha mantenido siete meses de alguna manera en un aislamiento colectivo, también debe servir de reflexión acerca de lo importante que es la vida. No obstante, la lucha debería estar enmarcada en devolverle la calidad de vida a todos los ciudadanos que hoy tenemos un premio Nobel a la resistencia y a la resiliencia.
Es hora de respetar al ciudadano, no abusen de lo mucho o poco que han avanzado, no pierdan el respeto de la gente, con ese accionar mediocre, infantil y totalmente destemplado. Es hora de retomar el foco y avanzar por la calle del medio, sin extremismos ni tantas confrontaciones. Son horas de hechos y no de palabras. Ya basta de abusar de la paciencia y la buena intención de la gente.
Yosmar Poleo.