La Universidad Autónoma de Madrid, con cerca de 30.000 alumnos en sus ocho facultades y una treintena de centros adscritos, acaba de vivir un momento delirante.
Varios grupos de estudiantes se han manifestado al grito de “¡Fuera empresas de la Universidad!” ante los estands de importantes compañías de distintos sectores económicos que mostraban allí sus perspectivas de trabajo en la “Semana de la Empleabilidad” que concluye este sábado.
No representaban a la mayoría de los estudiantes, pero sí a la dictadura que ha ido apoderándose de algunas estructuras de las universidades públicas españolas con estudiantes poco aplicados y profesores de segundo y tercer nivel nombrados a dedo por superiores ultraizquierdistas.
La UAM, que acaba de cumplir 50 años, se instaló en lo que entonces era un páramo al norte de la capital para reducir la masificación de la Complutense y alejar las algaradas estudiantiles del centro.
Pero una cosa era el antifranquismo y otra la lucha actual contra quienes ofrecen trabajo o al menos muestran por dónde va la sociedad que dará de comer a cambio de talento y trabajo.
Varias facultades, como las de economía, las científicas o las ingenierías, incluidas las relacionadas con la informática y las telecomunicaciones, facilitan desde hace muchos años titulados a empresas y centros de investigación de primer nivel españoles y extranjeros, pese a que la UAM no está entre las mejores universidades del mundo.
¿Quiénes son, qué esperan de la vida esos numerosos grupos de chicos y chicas que se presentan como enemigos de los que crean y dan trabajo, y qué ideología representan?
Estamos ante parásitos sociales dispuestos a integrarse entre los desempleados para cobrar rentas mínimas y ante futuros líderes políticos, imagine usted de qué partido.
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