
Tal como llegó, se ha ido el Carnaval y, con él, las máscaras, el bullicio… la imaginación y la magia de colores y sonidos artificiales! Todo ahora está en silencio, como en la vida misma, que tras la tempestad vuelve la calma y nos atrapa en un periodo de desnudez, de introspección, de reencuentro con uno mismo, sin máscara! Como las calles hoy tras la fiesta, nuestra vida está llena de enseres, de divertimentos, de restos de alegría envueltos en celofán que ahora han quedado esparcidos por el camino por donde transitaron las carrozas, los disfraces, el anonimato tras las doradas máscaras de la ilusión!
Hoy empieza este momento del año en el que uno se encuentra a sí mismo en silencio. Donde se borra día a día el color artificial y el ruido ensordecedor y queda la esencia de nuestra vida… la muerte metafórica de lo que fuimos y la resurrección hasta lo que en realidad somos! Hoy empiezan las sombras de lo que éramos y nuestra capacidad de hacer de ellas hoy nuestra propia luz, nuestra nueva luz! Las risas se convierten en sonrisas sinceras, las miradas de diversión, en miradas cómplices y cristalinas, los aplausos, en caricias del alma! Todo ha estado ahí desde siempre, pero tras una máscara que nos ocultaba de nosotros mismos y de nuestra propia vida!
Sólos, desnudos y auténticos nos enfrentamos a nuestra propia muerte para volver a nacer tal como somos, con toda nuestra luz! Delante, varias semanas, 40 días, para ir arrinconando recuerdos inservibles, máscaras de papel, palabras vacías, muecas divertidas y protocolos sociales aprendidos… y resurgir sin ellos, a pecho descubierto, con el corazón en la mano y guiados por un alma inquebrantable que diluye miedos, angustias y sombras!
Entramos en lo que los cristianos llamamos La Pascua, ese tiempo de reflexión que nos llevará hasta nosotros, no sin antes haber muerto en vida! Y de esa muerte, brotará la nueva vida, esa que siempre habíamos soñado, esa que merecemos… pero que hasta entonces habitaba solo en nuestra imaginación! En ella habitan los colores, la armonía, la paz y la felicidad… porque todo cobra sentido, su propio sentido! Pero, esa muerte, como todas las muertes, traen sufrimiento, pues nos cuesta demasiado desembarazarnos de todo lo superficial y quedarnos sólos, reales, vulnerables y desnudos! Nos da miedo… pero debemos recordar que éste ocupa el lugar privilegiado de nuestro corazón, reservado desde siempre al amor! Y entonces el amor se convierte en nuestro guía, da color a cada cosa que pensamos, sentimos y hacemos… y a todo lo que nos envuelve! Detrás quedan los malentendidos, las discusiones, los ataques de cólera, el sentimiento de amenaza, los recelos, las suspicacias, las miradas esquivas, las palabras con segundas intenciones, los gestos equívocos… Todo eso que hasta hoy conformaba nuestra vida superficial y que tanto nos cuesta abandonar para ser más y mejor nosotros mismos… porque, sin serlo, no hay amor posible, ni paz ni felicidad alcanzable… aunque todo esto está y estuvo siempre dentro nuestro, tras una máscara hecha de temor!
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