Revista Cine
Como siempre ha sido ambiciosa por donde se la mire: música, cuerpos, velocidad, angustia, euforia, circo y agua. En este caso Diqui James apostó a cierto relato estético del recital de rock ¿Por qué? Encastró grandes hits de esta troupe como "el caminante" y las mujeres nadando en su pecera bidimensional con otros episodios inéditos.
Pero la mayor novedad es que este espectáculo por primera vez pudo ser recepcionado desde dos posiciones diferentes: el campo y la platea. Algo jamás ensayado hasta ahora, dos grandes puntos de fuga que de tanto en tanto se cruzaban hasta la confrontación. Simplemente épico y sideral el momento en el cual el público en campo queda encerrado por una pared plástico-celular ante la mirada atónita del afuera: el público en la platea.
Fuerza Bruta logra desafiar los roles estereotipados del espectáculo: artista-activo/público-pasivo, tanto que hasta el staff (constantemente necesario para poner en funcionamiento y manejar los diferentes mecanismos acrobáticos y escenográficos) aparece sin ocultamientos burdos hasta entrar en contacto corporal con el público, sugiriendo la inquietud: ¿Dónde está el detrás de escena? Con jerarquías claras, la máquina espectáculo Fuerza Bruta convierte a todos los presentes en componentes de un sofisticado relato incorporándolos a su rústica historia.
Sí, un show-experiencia ambicioso, pero además efectivo.
Recomendable