Puede que nuestros cerebros estén en fuga, pero se van a otros países a fregar platos o a servir hamburguesas, no a trabajar en los pisos superiores de las oficinas de una gran empresa. Puede que tengamos mucho talento, pero nos contratan para barrer los suelos. Siendo cierto que cada vez más españoles, especialmente jóvenes recién titulados, intentan la aventura exterior dadas las dificultades para encontrar empleo en España, también lo es que el índice de fracasos es mayor de lo que aparenta.
La demanda de ingenieros en Alemania o de veterinarios o enfermeras en el Reino Unido es sólo una parte del mapa. Muchos jóvenes se pasan uno o dos años en Londres a base de trabajos no cualificados para pagarse el alquiler, y regresan a España con un nivel de inglés mayor pero sin haber visto una sola oportunidad de empleo digno. Y en otros países europeos las cosas no son tan diferentes, con lo que muchos titulados españoles terminan emprendiendo el regreso después de haber perdido un tiempo esperando un destino mejor.
Pero eso es algo lógico, asegura Carlos de la Pedraja profesor de Recursos Humanos de IE Business School. “¿Qué creen que va a pasar? ¿Te vas a Londres, te tiras varios meses trabajando en un McDonalds y luego te contratan Goldman Sachs o Morgan Stanley?” Para de la Pedraja, ese es un gran error que suelen cometer los licenciados españoles, que creen que con un título y sabiendo inglés van a poder acceder fuera a lo que no han podido conseguir aquí.
“Pero no es así. Más al contrario, las oportunidades pueden aparecer cuando estás dentro de una empresa española o de una multinacional en España y surge un proyecto internacional del que acabas formando parte. Pero irse por las buenas a buscarse la vida fuera no funciona casi nunca. Además, los lugares en los que contratan las grandes empresas para suelen ser muy restringidos, en general escuelas de negocios con masters especializados donde saben que van a encontrar gente con experiencia”.
Esas dificultades para encontrar trabajo en el exterior, señala Paloma Bilbao, profesora de Gestión Empresarial de ICADE, también tienen que ver con déficits en la formación. “Están comenzando a salir titulados universitarios con carencias técnicas, con poca formación en idiomas y sobre todo muy faltos de habilidades soft (de relación, de resolución de problemas, o liderazgo) que vienen heredadas de un sistema de educación que ha dejado atrás la competitividad y el sacrificio. Por eso, cuando salen fuera no compiten en igualdad de oportunidades”.
Hace 15 años, asegura Bilbao, si un titulado español poseía habilidades lingüísticas “era el rey del mambo en cualquier país de Europa. Hoy muchos acabarán trabajando en empleos que están muy por debajo de su cualificación”. Y eso fuera de nuestras fronteras. “Dado el nivel formativo, muchos titulados del este de Europa vienen aquí, aprenden español y en un pis pas están haciendo la competencia a nuestros nacionales”.
Para Gonzalo Sanz-Magallón, profesor de Economía Aplicada de la Universidad CEU San Pablo, se está viviendo un proceso de doble dirección que hace que convivan situaciones opuestas. “Dado que contamos con un sistema educativo muy heterogéneo, en el que hay familias que están dando educación a sus hijos impecable, con idiomas, y con formación técnica de primerísimo nivel, y en el que también hay centros educativos, universidades y colegios que fomentan un nivel medio de conocimientos y de idiomas. Pero, por debajo de ellos, aparecen muchos españoles que un pobre nivel de ortografía y de formación técnica”. Para Sanz-Magallón, el abanico de gente que llega a la universidad se ha abierto muchísimo y “te encuentras con personas que abarcan académicamente del uno al diez”.
Como es natural, la salida que van a encontrar en el mercado laboral unos y otros va a ser muy dispar, también en lo que se refiere al éxito en el proceso migratorio. “Está saliendo al extranjero gente muy preparada, que ha cursado titulaciones bilingües y que puede encontrar trabajo en Washington, Londres o Berlín. Sin embargo, quienes carecen de esa formación y no manejan bien los idiomas, están teniendo mucho más difícil encontrar un empleo dentro y fuera de nuestras fronteras”.
En esta dualización, que nos lleva hacia una minoría de personas que destacan y que encuentran oportunidades y una mayoría que tiene que lidiar con lo que encuentra, parece claro, asegura Sanz-Magallón, que España está perdiendo talento, y que lo perderá aún más en el futuro próximo. “La gente más brillante, que suele tener opciones de conseguir trabajo fuera, opta por marcharse. Antes, las oportunidades que tenían en España nuestros mejores talentos eran las mejores de Europa. Incluso atraíamos talento de otros países. Hoy es al contrario, y quien tiene la posibilidad sale de aquí”. Y aun siendo cierto que algunos de los que se marchan regresarán cuando las cosas nos empiecen a ir mejor, “el daño que está haciendo a nuestra economía esta fuga de cerebros es muy grande”, afirma Sanz-Magallón.
“Estamos perdiendo jóvenes muy bien preparados, con ambición y motivación, y eso lo pagaremos caro. Aun cuando sean una parte minoritaria de nuestros jóvenes, los que se están marchando son la élite, y quienes mueven la economía son precisamente ellos. Son los líderes los que crean empresas y quienes consiguen que sean más competitivas. Hay que tener en cuenta que la economía la mueven siempre unos pocos, y el resto va a rebufo, se convierten en funcionarios o en lo que sea. Por eso, si perdemos un 30-40% de esa generación, perdemos muchísimo”.
Para de la Pedraja, por el contrario, hay mucha retórica alrededor de la fuga de talentos. “En tanto hay menos oportunidades de trabajo en España para los jóvenes que en el resto de Europa (tenemos el paro más alto de toda la zona euro) es lógico que mucha gente trate de buscar empleo en otros lugares, pero eso no significa que lo consigan. Hay que ver cuán real es esa oportunidad en el exterior y cuánto nos valoran de verdad”. Según de la Pedraja, la fuga de talento puede estar dándose, pero no respecto de los recién titulados, sino “respecto de esas personas cualificadas y con experiencia que buscan una proyección profesional en las empresas españolas (o en las filiales españolas de empresas multinacionales), se dan cuenta de las espectaculares barreras que van a encontrar aquí y acaban marchándose a un proyecto internacional en el que podrán crecer. Pero salvo en ese estrato, la fuga de cerebros es algo irreal”.
A pesar de ello, y de que las cosas no están fáciles, de la Pedraja no cree que tengamos la guerra perdida. “Estamos en un momento difícil, del que podemos salir si entendemos que la formación es diferencial. Años atrás, acababas la universidad y con ese título podías tener alguna opción, pero hoy no te diferencia para nada. Se ha de buscar más formación, y cuanto más adaptada al mercado real mejor que mejor”. En este sentido, de la Pedraja insiste en la creciente importancia que han cobrado las habilidades soft. “Antes se quería gente con más formación técnica, hoy se prefiere a quienes han sabido desarrollar otro tipo de cualidades, y cuyo talento tiene que ver con saber aprender y saber adaptarse cuanto antes a un entorno siempre cambiante”. Por eso, asegura, el mejor consejo que se puede dar a esos jóvenes con talento “es que, encuentren o no trabajo, sigan formándose. Hoy se necesita toda la cualificación profesional posible”.
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