“En 1988, cuando tenía 25 años, caminaba por el centro de Los Ángeles, cerca de Skid Row, y sentí un débil y específico olor a heces humanas, y me asaltó el recuerdo de la humillación extrema que había sufrido de niña. Mi pensamiento instantáneo fue: “Si esto es cierto, me voy a suicidar”.
Estaba demasiado identificada con la experiencia, y la vergüenza era demasiado grande. No estaba lista, y empujé el recuerdo nuevamente al subconsciente. Me tomaría varios años más, muchas horas más de terapia, para finalmente compartir este recuerdo con una persona de confianza.
Comparto esta experiencia públicamente aquí por primera vez, habiendo finalmente alcanzado un lugar en mi sanación donde tengo acceso una vez más a la fuerza que viene a mí en esos momentos de claridad en la red. También creo que el mundo está más que listo para confrontar su oscuridad. Tenemos que hacerlo, si queremos sobrevivir como especie.
Todos los sobrevivientes de incesto, abuso sexual y tráfico sexual tienen mi fuerza. Aunque sufro de trastorno por estrés postraumático, y, por ejemplo, aún siento náuseas cuando escucho cierto tipo de música alucinante y etérea, me he vuelto tan consciente de los detonantes que no controlan mi existencia diaria. Se requiere mucha energía para sobrevivir no solo a la violencia física, sino para soportar el desgaste psíquico del abuso, para cargar con la vergüenza.
El simple hecho de sobrevivir a la vida diaria mientras intentas curarte del abuso sexual infantil requiere mil veces la fuerza que requeriría para alguien sin conciencia seguir una carrera exitosa. Y la sociedad todavía valora más a la persona con una carrera por encima del sobreviviente.
Los adictos al poder, los líderes mundiales y los políticos corruptos que maltratan niños son como niños que nunca crecieron, impulsados al poder para evitar sentir alguna vez la humillación del abuso infantil nuevamente, buscando inconscientemente venganza de un lugar de dolor reciclando el abuso. Les falta valor para curarse.
Quienes hemos sido víctimas de abuso sexual , incesto o tráfico sexual necesitamos aprender a aprovechar nuestra fuerza de supervivencia para nuestro propio beneficio, para que podamos sanar nuestro ego herido, y canalizar la fuerza para liderar el camino hacia un futuro en el cual triunfen las víctimas por amor, comprensión y compasión por todos”.
Este testimonio revela una serie de factores que deambulan impunemente en nuestras sociedades. Esta desgraciada experiencia da cuenta de las aberraciones a las que pueden estar sujetas, las niñas y los niños de nuestro mundo y conforme a eso, la degeneración de personas con poder y dinero capaces de pervertir la pureza de la niñez con actos más relativos a lo puritanamente diabólico y perversamente malvado. Sí, todo lo escrito luego del testimonio son juicios de valor de mi parte, sin embargo, estaremos todos o la gran mayoría que cualquier acto de esta índole contra una niña o un niño es más que enjuiciable en opinión y justicia misma. Por otro lado, este testimonio es de alguien que no gana absolutamente nada con dar a conocer a la luz pública tal terrible vivencia, por lo que, su veracidad no debería estar en tela de juicio.
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