Fue la primera canción que me llamó la atención, cuando era solo un niño. Guardo el recuerdo de oirla en la tienda de discos en la que te permitían adelantar el contenido de los vinilos o las cintas en una cabina antes de adquirirlas, cuando la compresión de datos era ciencia ficción y los aparatos esteroefónicos un lujo al alcance de muy pocos. La encontré rebuscando entre ficheros antiguos, haciendo limpieza, recuperando espacio en el ordenador y me dio la sensación de que borrarla era algo así como perder para siempre la poca ilusión de chiquillo que todavía tenemos algunos adultos ya cerca de la vejez.
