Con olor a dinastía caudillista
La crisis de partidos políticos es una realidad en el Perú desde hace mucho tiempo, acrecentándose en estos últimos años con la calidad de congresistas que salen electos; la elección de Susy Díaz en 1995 fue la clarinada de alerta, sin embargos muchos se lo tomaron a broma sin pensar que años después estarían eligiendo a muchas personas no calificadas para nuestro congreso.
Pero, ¿Qué papel juega aquí el fujimorismo?, Recordemos que el último congreso bi cameral fue elegido en 1990, el mismo que fue cerrado el 5 de Abril de 1992 cuando Alberto Fujimori, presidente del Perú, decide efectuar un auto golpe. La presión internacional lo llevaría luego a convocar a una Asamblea Constituyente a la que denominaron Congreso Constituyente Democrático (CCD) donde obtuvo mayoría Cambio 90 – Nueva Mayoría con el 36.56% de los votos válidos (27.34% de universo de votantes).
Hasta ahí todo parece legítimo, el problema es que Fujimori tomó como razones para cerrar el congreso, la falta de apoyo de este a sus reformas, reformas tomadas del FREDEMO y que ya desde 1991 venían llevándose a cabo a través de ese congreso que el tanto vilipendió tal como lo demuestro en mi artículo anterior De nuevo el temible… chino, chino, chino, donde explico cuales fueron los Decretos Legislativos que permitieron cambiar el rumbo de nuestra economía.
Queda claro entonces que la única razón que tuvo Fujimori para cerrar el congreso y modificar posteriormente la constitución, fue su afán de perpetuarse en el poder y aquí nace la siguiente pregunta: ¿Para qué? Para los que hemos seguido de cerca el desenvolvimiento del fujimorismo podemos observar que en ese movimiento no existe ideología alguna y menos un proyecto nacional, se trata solo de un movimiento caudillista que trata de aprovechar una coyuntura pasada y violenta para asegurar que ese es el único medio para gobernar al Perú, pero además, existe un cierto afecto de los grandes grupos de poder económico ya que gracias a Fujimori pudieron consolidar su crecimiento en deprimenda de trabajadores y del orden fiscal del país.
Cuando pregunté en twitter sobre cuál era la base ideológica del fujimorismo, hubo un largo silencio de más de dos meses y ante mi insistencia, un usuario de twitter ferviente defensor del fujimorismo, luego de evasivas y de tratar de denigrarme, respondió lo siguiente: “la base ideológica es liberalismo popular“, en primer momento pensé que estaba jugando o que se había inventado esta frase para salir del paso, sin embargo grande fue mi sorpresa cuando sostuvo seriamente esta definición (la misma que nunca pudo explicar).
Veamos, “liberalismo popular”, podríamos entender que se trata del capitalismo, con libertad de mercado y de empresa pero a nivel del pueblo, ¿Será esto posible? Resulta una contradicción este término, liberalismo es la: “Doctrina política que defiende las libertades y la iniciativa individual, y limita la intervención del Estado y de los poderes públicos en la vida social, económica y cultural” (RAE 2011) hasta ahí bien, ahora revisemos que es popular según la RAE: “Que está al alcance de los menos dotados económica o culturalmente” (RAE 2011) (tomándo la definición que guarda mejor relación). ¿No estamos hablando entonces en prinicipio de una democracia con un sistema capitalista?
Bien, el fujimorismo fue exactamente lo contrario al término que trataron de incorporar nuestros amigos fujimoristas, ellos han confundido el término liberalismo con el asistencialismo que existió en esa década, asistencialismo que no logra sacar a nadie de la pobreza y que por el contrario la acentúa más, el asistencialismo fujimorista se basó en las dádivas a los sectores más deprimidos logrando hacerlos sus incondicionales y condicionándolos, paradójicamente, con estos regalitos.
Si hoy en día quedan algunos fujimoristas en el Perú es porque parte de ellos fueron empresarios beneficiados a través del sistema de corrupción bien engranado por Fujimori y Montesinos, y la otra parte son aquellos pobres que hasta el día de hoy no se dan cuenta (o quizás sí) que hasta ahora siguen sumidos en la pobreza y solo tratan de sobrevivir a través de los regalos que les llevan cada cierto tiempo. Si Fujimori hubiera querido realmente eliminar la pobreza del Perú, hubiera gobernado de manera diametralmente opuesta a como lo hizo.
La otra interrogante era sobre la agenda del fujimorismo para el Perú, después de discutir su inexistente ideología y después de ver su desenvolvimiento en estos últimos años solo queda claro que su única agenda es liberar al reo convicto Alberto Fujimori, para lo cual acuden a cualquier método para mantenerse vigentes y mantener en pie su “lucha”.
En las últimas elecciones presidenciales mantuve la teoría de que el fujimorismo estaba involucrado en la campaña de PPK, su objetivo era evitar que Toledo pase a segunda vuelta, ellos inflaron una candidatura sin norte y lograron pasar a segunda vuelta conjuntamente con Gana Perú, pero lo que ellos pensaron que sería una victoria fácil se convirtió en su peor pesadilla, su cálculo fue malo y no se dieron cuenta que en el Perú, felizmente, existen más opositores al fujimorismo de lo que ellos imaginaron.
El fujimorismo no tiene ideología ni agenda para el Perú, el fujimorismo pretende desestabilizar la propsperidad demócrata del Perú, trata de mostrar a la opinión pública que la clase política peruana está podrida porque solo en un entorno así ellos mantienen vigencia, mientras el Perú siga consolidando su democracia y los índices de corrupción se reduzcan, el fujimorismo irá perdiendo vigencia.
Son solo un movimiento caudillistas que se alimenta del apellido Fujimori y de su recuerdo parcial y subjetivo y esto se demuestra en las dos últimas elecciones donde Keiko, en el 2006 y Kenji en el 2011 fueron los que resultaron con la mayor votación de su movimiento y muy por encima de los que quedaron segundos, sin el apellido Fujimori el fujimorismo desaparece, no tiene razón de ser, su mensaje es obsoleto, caduco y sin fundamento, ellos quieren el poder para seguir tragando de él.
Por el bien del Perú esperemos que Humala haga un buen gobierno y que cumpla su palabra de moralizar el país, de otra manera tendremos fujimorismo para rato y con este el círculo vicioso en el que está metida nuestra sociedad llena de podredumbre y de inestabilidad política. El fujimorismo daña al Perú y lo seguirá haciéndo mientras siga vigente y seguirá acentuando su legado de desorden, violencia, corrupción, viveza y cinismo.