Revista Salud y Bienestar
Por ser común, la sala de espera era amplia... En su espacio confluían las puertas de numerosas consultas de Atención Primaria, Pediatría y Enfermería... Por este motivo siempre se nos presentaba llena, abarrotada hasta la bandera de gentes de todas las edades y condiciones: niños que no podían permanecer tranquilos, padres que ya se habían rendido respecto del "¡Niño tate quieto!", abuelos que esperaban pacientemente el momento de recibir su vacuna, otros que también esperaban, aunque no tan pacientemente...
Con cierta cadencia los trabajadores del Centro salíamos a hipotecar las cuerdas vocales, en un intento de hacernos oír, al vociferar los nombres de aquellos que tendrían que pasar a continuación, a nuestras consultas...
En ocasiones el barullo de fondo llegaba a tener demasiado protagonismo como para conseguir hacernos oír, no sin cierta dificultad; otras veces resultaba imposible percibir que alguien respondía a nuestra llamada, por encontrarse demasiada gente en pié, entre público y consulta...
Pero lo que realmente resultaba curioso y hubiera constituido un excelente material en manos de un buen satírico, eran aquellas, las no poco frecuentes ocasiones en las que coincidíamos varios profesionales, lista en ristre, ante aquella sala de espera, una situación por la que se establecía una cierta competencia en el reclamo...
-. José Pé...
-. Luis Fernández!
-. Carmen Buenafuente!
-. José Pé...
-. Benedicta Jimeno!
-. José Pérez García!!! (¡lo dije, leñe!)