Los lectores más jóvenes habrán podido escuchar hablar de Mario Conde pero no alcanzarán a sentir la apabullante admiración que a principios de los años 90 se extendía por toda España en torno a su nombre. De la noche a la mañana, la figura del entonces presidente del desaparecido banco Banesto emergía como todopoderoso líder de masas en una sociedad ávida de referentes triunfadores. Explicar la influencia de Mario Conde en la España de la época no es fácil con palabras. Habría que sentirlo.
Actualmente la sensación más parecida es la que sienten, al escuchar el nombre de Albert Rivera, algunas personas que instintivamente hacen un gesto casi reverencial.
Mario Conde fue investido doctor honoris causa por la Complutense de Madrid en junio de 1993. Seis meses después del momento que recoge la foto su banco era intervenido y su figura se desvanecía. Quién sabe qué será de Albert Rivera dentro de seis meses.