Revista Cine
ฝันบ้าคาราโอเกะFan Ba KaraokeDirector: Pen-ek Ratanaruang
Iba a comenzar una mini retrospectiva del cine de este realizador tailandés desde "Last life in the universe", su cuarta película y, al parecer, la más famosa y aclamada. No era lo ideal ni la situación que más me agradase, pues, si tengo la posibilidad, prefiero mil veces comenzar a ver la filmografía de un director desde sus inicios, visionando cada cinta suya en orden cronológico hasta la última que hizo o haya hecho. Lamentablemente, tenía que resignarme a que sus tres primeras películas no estaban en ningún lado, o estaban en calidades que hacían del visionado un suplicio, o simplemente las buenas versiones no se descargaban. Hasta ahí todo mal, pero en un doble golpe de suerte -el primero no viene al caso-, encontré las tres primeras cintas de Ratanaruang en buenas y más que aceptables condiciones. Y ahora les hablo de la opera prima, que me tenía bastante emocionado, para serles sincero. Por desgracia, muy contento no quedé, y razones no me faltan.
Pu es una joven común y corriente, con un trabajo común y corriente en publicidad, con una rutina que se ha vuelto común y corriente con los años. En resumidas cuentas, una vida normal. Normalidad que de repente comienza a trastocarse de la mano de extraños sueños en los que su fallecida madre, poco a poco, construye una casa. Su padre, un hombre desaliñado y alcohólico, que pasa más tiempo en un club de striptease que en su propia casa, lugar que le sirve más para descansar de sus borracheras que para compartir con su hija, se enamora -o se encapricha- de una prostituta. El único tiempo que parecen compartir es cuando Pu observa, acomoda y lava la ropa de su padre que duerme plácidamente -con ayuda de su querido alcohol-. Esta rutina se rompe repentinamente cuando padre e hija, cada uno por su cuenta, se relaciona con alguien que parece dar tanta frescura como peligro a su vida. Y súmese a ello un mal augurio relacionado con los sueños de nuestra querida protagonista.
Es un poco gracioso el título en inglés que tiene la película, pues parece obedecer más a razones auditivas que de traducción propiamente tal. Efectivamente, "Fan Ba Karaoke" suena como "Fun Bar Karaoke", además de escribirse de manera similar. Pero no significa lo mismo: el título tailandés, literalmente, significa -en inglés- "Crazy Dream Karaoke", lo cual, tomando en cuenta la importancia del sueño de Pu en la película, es mucho más apropiado -no tanto porque podría haber sido la traducción literal, sino porque, a todas luces, el sueño de Pu realmente es bastante loco; por el contrario, el striptease al que el padre de Pu va no tiene nada de divertido, al menos para los personajes, porque para el espectador algunas secuencias pueden causar gracia-. Pero el título finalmente puesto suena bien e invita a ver la película; hace que suene, cuanto menos, interesante y con su buena cuota de humor negro. Y lo cierto es que no es del todo equivocado, puesto que la opera prima de Ratanaruang es interesante y tiene bastante humor negro. Lamentablemente, no deja de ser bastante floja en varios aspectos, y al final, para lo emocionado que estaba, decepcionante.
Ahora que lo pienso mejor, no creo que la palabra que mejor describa a la película completa sea floja, sino más bien irregular. Irregular porque tiene elementos muy buenos, que son los que hacen de esta una propuesta interesante, como reproches, mayores en cantidad y baches, que son precisamente los que mejor caen en la categoría de flojos, y que son los que hacen cojear la película -de vez en cuando estando en una escena alucinante, para luego caer en una soporífera laguna argumental-.
Lo más flojo es el argumento. O mejor dicho su ejecución, el guión, el relato. Tiene una premisa argumental que, aunque no muy original en el sentido de que hay varios personajes que se encuentran y relacionan -como fuerzas opuestas- de formas más o menos casuales, dando la impresión de que el mundo es muy, muy chico -tema ya tocado en numerosas comedias, criminales o no-, sí daba luces de que podría resultar estimulante en su desarrollo. Pero la película se enfoca más en hacer lucir todo como una divertida e inesperada maraña de casualidades, que establecer y desarrollar con acierto esas casualidades y sus cualidades sorpresivas y fatales. Ya saben, -esto es invento mío, y pura y burda exageración, que por cosas de la vida podría perfectamente ser una comedia negra criminal- un chico conoce a un chica y se enamoran, pero el chico trabaja, sin saberlo, para el padre de la chica, un hombre sanguinario y jefe criminal de la zona; el padre del chico es el jefe de policía, un hombre honesto y de conducta intachable, que ha llevado a cabo por largos años una incansable lucha en contra del crimen. Lo hilarante es que nadie sabe esto, y llega un momento en que el chico invita a la chica y su familia a cenar a un restaurante. Si creen que esto es una bomba, resulta que las respectivas esposas fueron novias del otro sujeto, es decir, la esposa del policía salió con el jefe criminal, y la esposa del criminal con el policía: ambas relaciones terminaron mal pues los respectivos hombres engañaron a sus entonces novias con sus actuales esposas; nadie sabía esto, pero se encuentran en la cena, y la cena es un auténtico infierno. Y esta es sólo la premisa, pues siempre este tipo de historias requiere que la premisa, la sinopsis, te explique todo el contexto con lujo de detalle. Hay sangre, hay disparos, hay violencia, y todo de manera casual, casualidad que siempre resulta hilarante e irónica. Pero, por sobre todo, estos giros deben parecer sorpresa, como si la sinopsis no nos hubiera dicho nada. A veces se logra, a veces no. En la historia que acabo de inventar, se puede hacer hincapié en que los personajes están relacionados de maneras intrincadas -y por lo mismo graciosas-, o en el peligro abrumador que se puede desatar. "Fun Bar Karaoke" no es una película que logre sorprender o al menos generar ansiedad entre las distintas relaciones cruzadas. Sabemos que hay peligro, pero no se siente de verdad, no parece agobiarte esa aparente fatalidad a punto de desatarse y explotar. La atmósfera creada es puramente visual -lo cual es genial, pero le falta lo siguiente-, debilitando la incertidumbre propia de las casualidades.
Esto se debe, además, a que los personajes no están muy bien dibujados y, aunque tienen sus propósitos claros -lo que hace que se muevan y efectúen determinadas acciones-, sus respectivas situaciones no parecen relacionarse de verdad. La línea argumental de cada personaje va independiente de las demás, y lo único en común que tienen las tramas son las uniones de familia, amistad o profesión, y esto realmente no emociona. Por ejemplo, el padre se enamora de una prostituta y se mete en problemas con el dueño del striptease, ¿qué tiene que ver con Pu? En que es su padre, eso tiene que ver. Está bien, lo entiendo, pero no se afectan los unos a los otros, son hilos separados que por sí solos no aguantan el peso de la película. ¿La incipiente relación de Noi y Pu? Pu trabaja y tiene un padre que malvive; Noi quiere irse a USA y es sicario. No se afectan. Los únicos personajes que parecen relacionarse más son Noi y el padre de Pu, pero tampoco se afectan realmente el uno al otro, pues el conflicto mayor es entre el padre de Pu y el jefe del striptease -Noi es sólo un soldado, que puede jalar el gatillo tanto como cualquier otro en la nómina del jefe-. Claramente, las tramas se irán cerrando y acercando, para al final tener un clímax que reúna a los tres -algo que se olía fácilmente, tal cual iban las cosas-, pero eso es sólo el final que, como acabo de decir, era del todo previsible. Antes del clímax, las tramas no estaban relacionadas con prolijidad, y la película avanzaba entre sueños, prostitutas y amenazas, charlas entre amigas y pretendientes, y ganancias de dinero de Noi. Las consecuencias estaban cantadas desde el inicio, pero todo lo que precede al cumplimiento de las consecuencias se queda corto. Y cada línea argumental es demasiado plana como para elaborar una historia que requería mejor ojo en establecer las casualidades que hacen avanzar la historia. Así como está, la película cojea pues se atasca continuamente, se hace repetitiva, no avanza largo rato y de repente da un salto de ritmo y hechos que nos lleva a más puntos muertos. Ni siquiera el clímax resulta ser tan convincente, y el final deja dudas de verosimilitud sin aclarar.
Como si fuera poco, y con esto mejor voy terminando este punto, el jefe del striptease no está bien incluido en la historia. Su presencia, aunque obviamente necesaria, resulta antojadiza ya que la introducción del personaje no tiene fuerza conflictiva; es un tipo enojado y nada más, un macho alfa al que no le gusta que le toquen a su hembra. Los demás, debo decir, sí están bien introducidos. Pero el jefe, que resulta ser un eje más fundamental de lo que al inicio parece, no está ni bien construido ni cimentado en la historia. Le falta peso como para tomarse en serio sus problemas.
Ahora bien, lo que hace de esta película algo más interesante son dos cosas. Primero que juega un poco con el argumento mismo, o al menos con la causa y justificación de los mismos. Por un lado, las cosas pudieron haber ocurrido porque se dieron una serie de hechos que desembocaron en otros hechos que hicieron finalmente que ciertas personas se conozcan y se involucren con otros menos agradables, que reaccionan con cierta ira a determinadas provocaciones -parece ser demasiada ciencia para lo que realmente ocurrió, al menos entre Pu y Noi: el segundo compró en la tienda donde la amiga de Pu es cajera, y ahí se conocieron, o tal vez se conocían de antes. Gran cosa, gran despliegue de irónicas casualidades de la vida-. O las cosas pudieron haber ocurrido por influencia del sueño de Pu, que, en pocas palabras, auguraba la muerte de alguien. Con tal anuncio, las cosas pudieron haber ocurrido para que dicha muerte se llevara a cabo. Y durante el metraje se incluían distintos grados de superstición que, y esto es lo interesante, también te hace cuestionar si lo que pasó fue efecto de todo este misticismo, o fue simplemente una lógica sucesión de causalidades. En qué creer, eso le da sabor a todo el asunto, y también su buen grado de frescura.
Segundo aspecto interesante: el despliegue audiovisual. Estéticamente, la película me parece alucinante, dejando imágenes espectaculares, secuencias -bastante videocliperas- hipnóticas y estupendas, y una atmósfera caótica llena de luces de neón, vapor, espejos y desorden propio de una ciudad que tiene fama de comerse a quienes son demasiado inocentes para vivir en ella -me refiero a Bangkok-. La música, siempre muy bien elegida, es un aspecto fundamental en el desarrollo de la película, pues en ocasiones es el complemento perfecto que entrega detalles importantes en el sentir de los personajes, o al menos en dar "un toque" a la secuencia en cuestión. En esto, lo estético, nada que reprochar, me parece que hay una labor cuidada e impecable. No deja de ser meritorio y destacable que, para ser una película que beba bastante del cine estadounidense y sus comedias negras criminales, no abandone ni en el más pequeño detalle una identidad tailandesa para filmar y mostrar los acontecimientos. Ratanaruang claramente está comenzando un estilo propio, lo cual le queda muy bien, pero lamentablemente se descuidó bastante en lo narrativo, muy débil en mi opinión. El plano estético y lo impecable que está logrado no logra suplir ni maquillar las falencias narrativas del relato. Y es una lástima, porque a veces me sentía totalmente encantado y cautivado por esas alucinantes secuencias oníricas, o las de mayor violencia, o las que tenían un toque erótico y romántico fundidos en una sola sensación.
En fin, tenemos una película con un guión flojo que hace que la historia avance a tropezones, pero que al menos hace gala de una construcción estética deslumbrante que compensa en algo la frustración causada por la historia -la composición de los planos y el uso de estos era notable, y denotaba una identidad cinematográfica que estoy pronto a seguir descubriendo, y comprobar si efectivamente es una identidad del lenguaje propia o puro chiripazo; me inclino por lo primero*-. Aún así, no hay un equilibrio, pues insisto en que la historia está muy descuidada. Al menos, sumado al valor estético, hay cierta frescura al agregar esa deliciosa ambigüedad de la superstición como fuente y explicación de los hechos. Yo me sigo preguntando si fue todo una sucesión de hechos desafortunados -no muy bien enlazados ni relacionados-, o fruto de una fuerza espiritual negativa.
Para ir terminando, la actuación de Pu me gustó mucho, tenía cierta parsimonia y pureza muy agradable de ver y sentir. El padre también me cayó bien; a pesar de ser un desconsiderado pomposo -por decir lo menos-, también tenía una energía positiva y simpática. Por otra parte, Noi no me agradó mucho; aunque es bonito, su actuación no es para nada destacable. Del jefe del striptease y la prostituta Yok -objeto amoroso del padre de Pu- no diré nada, no eran la gran cosa.
En conclusión, "Fun Bar Karaoke" es una película desequilibrada, -idea que continua más o menos el (*)- pues aunque presenta una construcción y uso de la plástica notable -sin tener esta un uso narrativo muy desarrollado, pero con señas de que será cada vez mejor-, el relato en sí es poco sólido y se cae continuamente. Con una historia coja, por mucho que estéticamente la cosa sea alucinante, uno igual siente el sopor. Al final quedé decepcionado. Pero es una propuesta, y hay que ver cómo Ratanaruang va depurando el estilo y mejorando lo narrativo, y esperar mejores cosas en sus películas siguientes.
Talento le sobra y se nota.
Lluvia de capturas