Funcionarios

No. Ya está bien. Me niego a que sistemáticamente se acuse a los funcionarios de vagos. Estoy harta. Porque haberlos, los habrá, pero es como las noticias: si no son malas, no son noticias (otra estupidez contra la que me rebelo, pero que al parecer es constante en mi trayectoria profesional)… Una vez, al declararse un incendio un verano en la zona en la que trabajaba como reportera de televisión, un colega de una radio local me preguntó, “¿Hay muertos?”, a lo que yo le contesté que no. Y él, dejándome a cuadros, me gritó mientras se subía a su coche, “Entonces no es noticia”…

Claro, como tampoco es noticia que miles de personas hagan bien su trabajo cada día.

¿Saben lo que les digo? Que lo que les tenemos es envidia.

Envidia porque son el motor de los derechos de los trabajadores de este país. Envidia porque tienen sueldo, vacaciones y condiciones laborales dignas (hasta el momento…). Y en vez de promover que eso se implante en la mayor parte de los entornos laborales, los criticamos porque somos envidiosos y necios. Lo que estamos consiguiendo entrando en el juego de los que utilizan esa arma para desmantelar los derechos laborales de los funcionarios es destruir nuestros propios derechos, los de los que no somos funcionarios y merecemos esas condiciones dignas.

Pero no, es mejor que se jodan todos, ¿no?

Así nos va. Y, por favor, desde aquí lo digo: no me pongan comentarios del estilo “pues yo conozco a más de uno que no da palo al agua”, porque por cada uno de los que ustedes critiquen, yo conozco a cien que son magníficos profesionales que se destrozan la cabeza cada día para mejorar su entorno y ayudar a los demás. Sin ellos el sistema se desmoronaría. Así que no caigan en la trampa.