Acabamos de pasar una época, la navideña, llena de paz, de solidaridad, de buenos deseos y de palabras aun mejores. Y pasados los Reyes Magos, ¿qué queda de todo eso? Nada. O si me apuran, una décima parte. Nos olvidamos de los más necesitados, de las personas sin recursos, de los niños pobres o de los discapacitados apenas nos deshacemos de los envoltorios de los regalos y guardamos las figuritas del Belén. Por eso, encontrar un ejemplo de solidaridad como el que les traemos hoy a este blog nos llena de felicidad. Solidaridad para todo el año.
La noticia aparecía en la edición digital del periódico El Mundo. Cuatro sanitarios murcianos llevan cinco meses concediendo un último deseo a enfermos terminales. Manuel Pardo, Carolina Cánovas y Manuel Salas, desde el servicio de urgencias del 061 y Laura Juguera, desde la UCI del Hospital Virgen de la Arrixaca, han puesto en marcha la Fundación Ambulancia del Último Deseo, cuyo objetivo es conseguir una última alegría a quien está a punto de dejarnos. Y ya han conseguido que 125 voluntarios les ayuden por toda España. El primer deseo fue a parar a Madrid, a la pequeña Lucía, una niña de 9 años con un tumor que ya le había provocado la ceguera. Sus padres contactaron vía Facebook (que también sirve para cosas buenas) con la Fundación. Su deseo consistía en conocer a la cantante y actriz Angie y a la también cantante y compositora Cris Méndez. Accedieron gustosas y acudieron a su casa en días diferentes, consiguiendo una sonrisa a la pequeña. Desgraciadamente, Lucía falleció un mes después. Un mes más tarde, la madrileña Zoila, de 38 años e ingresada con cáncer en un hospital, les llamó para poder visitar a su madre Rafaela, de 70 años, también enferma de cáncer en Barcelona. Los sanitarios murcianos consiguieron una ambulancia y la llevaron a la ciudad condal, donde también le consiguieron otro deseo: poder ir a la playa. En septiembre, fue la madre quien quiso volver a ver a su hija, ya en cuidados paliativos y también lo consiguió. Zoila falleció en noviembre. Los últimos deseos no paran de llegar a la Fundación, como en el caso de Ana, una murciana de 79 años que, pese a vivir a 40 kilómetros de la costa, nunca había pisado la playa. Le consiguieron una ambulancia y lograron que la mujer se diera un chapuzón con una silla adaptada. Ana estaba radiante tras el baño y el helado que tomaron en un chiringuito. También el de María, de 72 años, que quería despedirse de los vecinos de su pueblo; el de Antonio, de 66, que pudo rezar en el santuario de la Virgen de la Fuensanta; el de Julio, de 96 años, que quería llegar hasta su pueblo para despedirse de sus hermanos; el de Fabri, niño ecuatoriano de 5 años que quería pasar las navidades en su país y con la ayuda de Iberia lo consiguió o el de Iñaki, de Barakaldo con 77 años, que tiene cáncer de colon, una lesión medular que le impide caminar y alzhéimer. Sus mejores recuerdos (y los más nítidos) son los de su juventud y por eso quiso visitar el santuario de la Virgen de Uribe y contemplar por última vez el mar desde la playa de La Arena. A Iñaki le acompañaron su hija y su mujer. Desde la Fundación intentan que esos últimos deseos se hagan con la familia y amigos para que el paciente pueda disfrutarlos con las personas que más quiere. Aunque la iniciativa es pionera en España, la idea comenzó hace 12 años en Rotterdam(Holanda) cuando un conductor de ambulancias (Kees Veldboer) atendió la petición de un anciano marinero que tenía una enfermedad terminal. Mientras esperaban el traslado a otro hospital, el marinero le pidió ir al puerto donde había trabajado toda su vida y navegar por última vez en un bote. Tras pedir permiso a su jefe, el sanitario movilizó a medio puerto de Rotterdam y cumplió el deseo del anciano. Tras doce años y con 230 voluntarios, ya han concedido más de 8.000 últimos deseos. Los cuatro sanitarios murcianos ya montaron hace dos años el Proyecto Hurge, destinado a la humanización y mejora de los servicios de Urgencias en los hospitales. A raíz de unas conferencias que habían organizado, conocieron al sanitario holandés y decidieron “importar” la idea. Para llevarla a cabo han contado con la ayuda de la Consejería de Salud de Murcia y con la Administración Pública que les prestan una ambulancia. Ahora buscan la ayuda de empresas y asociaciones para crear una red de ambulancias por toda España para poder ayudar a más gente, con mayor rapidez y que no les vuelva a ocurrir lo que más temen: que el paciente muera antes de cumplir su deseo. No hace falta esperar a la Navidad para ser solidarios. Cualquier día se puede realizar una buena acción y ayudar a que las personas que lo necesitan tengan una alegría. Aunque sea la última. Estos cuatro héroes murcianos (y los 125 voluntarios de toda España) nos lo demuestran día a día. Enhorabuena. Aunque no pertenezcamos al mundo sanitario, todos podemos colaborar en este proyecto. Se pueden realizar donaciones en este enlace.Revista Tendencias
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