Revista Opinión

Fundamentalistas. Hoy, hace 16 años. 17 de agosto de 2005

Publicado el 17 agosto 2021 por Cronicasbarbaras

Creer a pies juntillas que el Corán está dictado textualmente por Alá, o que la Torah y el resto de los libros judíos del Antiguo Testamento expresan la voluntad inequívoca de Javeh o Jehová, es el origen de los conflictos árabe-israelíes y, por extensión, de los que asolan aquella parte del mundo, pero también a Nueva York, Madrid o Londres.
Si no recordamos esto, perdemos la perspectiva. Observémosla a grandes rasgos:
El islam afirma que el mundo le pertenece, por lo que será islamizado inexorablemente, entregado en servidumbre a Alá: lleva casi 1.500 años guerreando con mentalidad imperialista para conseguirlo.
Cristianos, judíos y creyentes de otras religiones en tierras musulmanas están obligados a pagar su negación de Alá con impuestos y subordinación: es falsa la leyenda de la convivencia religiosa bajo el islam, donde la predicación no islámica puede acarrear la muerte.
El Occidente judeocristiano ha luchado siempre contra el expansionismo islamista, un movimiento revitalizado nuevamente ahora bajo impulso de la rica y poderosa secta saudita dominante del sunnismo, el wahabismo, y por el chiísmo iraní.
El judaísmo más integrista, aunque minoritario, exige no solo el territorio que le reconoció la ONU a Israel en 1949, sino recuperar el que, según la Torah o Pentateuco, le corresponde por mandato de Dios: son los colonos que se niegan a abandonar Gaza.
Por su parte, los fundamentalistas cristianos son minoritarios, como los judíos de Gaza, pero influyentes. Basándose en los Testamentos creen que estamos en los últimos días anunciados por los profetas y por el Apocalipsis, tiempos de terribles luchas entre las fuerzas de Dios y las de Satanás, que ahora serían las del islam.
No queda espacio para el racionalismo: este determinismo pone al mundo en situación comprometida, porque los fundamentalismos, el mayoritario musulmán y los minoritarios judío y cristiano, pelean creyendo que obedecen a designios divinos.


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