Revista Cine
Una película, de cualquier género, siempre es una manipulación por parte de sus creadores. Asustará en los momentos adecuados, provocará la risa con un buen chiste insertado a conciencia e incluso hará llorar ante una situación trabajada para ello. Es un mal de nuestro tiempo que las películas estén prediseñadas para conducir al espectador a determinados estados de ánimo. La Cabaña en el Bosque sitúa al espectador en el otro lado de la balanza.
Drew Goddard y Joss Whedon inventan un juego en el que el primer participante es el propio espectador, sabedor del juego que se traen entre manos, y si decide entrar en él, será el primer beneficiado del premio. Es un juego avisado desde la primera escena, con una inserción del título de la película al estilo de los Funny Games de Michael Haneke, algo que luego se antoja un chiste macabro.
El resto del film es una película de terror (adolescente) al uso, en el que se presentan todos los clichés de este tipo de cine, pero que no deberían chirriar de ningún modo, sabiendo como se sabe que todo es una ilusión, un juego impostado y teledirigido. Todos los clichés son debidamente explicados: el nivel cognoscente que se alcanza es tan superior que solo queda agradecer que ambos guionistas hayan sido capaces de convertir en imágenes una fábula de terror, que juega con todos los miedos existentes, incluye multitud de referencias de la cultura popular y que, ante todo, es puro entretenimiento.
El plantel de actores de la cabaña hace lo mejor para dar vida a unos personajes caracterizados por ser el retrato robot de unos estereotipos manidos, con un sorprendente Chris Hemsworth pre-Thor. Pero en el otro lado, están Richard Jenkins y Bradley Whitford, actores con un derroche de carisma tal, que es imposible no entrar a jugar en esta historia.
El último tramo del filme, en el que todas las piezas deberían encajar, se decide que todo el mecanismo salte por los aires, para deleite de todo fan del cine fantástico. Y a la vez, todo encaja, lo que nos lleva a un clímax final acorde con todo el juego en el que hemos participado. Es de agradecer que haya amantes del cine que quieran llevar más allá el concepto que se ha impuesto sobre cualquier género, dando la vuelta a cualquier formalismo impuesto con los años.
Jonathan Sedeñoredactor de La Llave Azul | San Sebastián