Es el nombre que barajan los sexólogos para un síndrome recién descubierto. Hemos conocido la curiosa convergencia de representantes políticos en una misma mujer que los acogía en su seno con dulzura colombiana en el cálido clima canario.
Primero fue el Senado con vuelo desde Extremadura, luego el Congreso desde Teruel. No sabemos si ellos se conocían o si alguna vez coincidieron los tres. Compartían la inclinación a pagar sus inquietudes eróticas con cargo a los presupuestos del Estado, a nuestros impuestos; cuando parece obvio que se trata de un tema particular e íntimo, salvo que la señora sea una fuente de saber legislativo donde se amamantaban ambos para mejor ejercer su función pública.