Revista Cine
Director: David Ayer
No creo que vaya a ver una película de Fincher por lo pronto, así que mejor aprovecho ahora para quitarme esto de encima: no estoy del todo emocionado por sus nuevos proyectos, estos son la versión estadounidense de la serie "Utopia" y una nueva versión de "Strangers on a train", libro en el que se basó Hitchcock para su exitosa película -que aún no he visto, maldición-. ¿La razón? Gillian Flynn. La persona que escribió esa estafa que es "Gone Girl" y que por desgracia escribirá la temporada completa de "Utopia US" y el guión de la mencionada adaptación... no la asociación más brillante del último tiempo, me temo. No confío en Flynn, ya ha demostrado ser incapaz de escribir un guión decente. Miedo me da, y Fincher podría caer en una mala racha... esperemos que no. A propósito, "Gone girl" se ha colado injustamente en varias listas de lo mejor del 2014, para mi ingrata sorpresa. No es que me importe, en todo caso, pero sí habría estado mucho mejor ver a "Fury" en lugar del descafeinado thriller de Fincher, pues aunque no estemos ante la octava maravilla cinematográfica, sí es una película coherente y contundente de principio a fin -y ojo, sólo digo en lugar de; por sí sola no la incluiría-. Tendrá sus reproches, pero es una muy buena película y me ha gustado bastante. Merece más reconocimiento.
En las postrimerías de la segunda guerra mundial, ya en el territorio de una debilitada Alemania, el sargento interpretado por Brad Pitt tendrá que llevar a cabo peligrosas misiones junto a la división que lidera, quienes pelean a bordo de un tanque llamado Fury, al que llegará un recién enlistado joven que no ha conocido las crueldades de la guerra... aún.
¿Qué se le puede reprochar a "Fury"? Primero, y perdonen si acá peco de ignorante -cayendo en una pequeñez, además-, no entiendo que los disparos de las armas de mano, las grandes metralletas y los tanques parezcan rayos láser, con sus fluorescentes colores azules, rojos y verdes. En otras películas a lo más un pequeño destello amarillo delata la trayectoria de la bala, quedando mucho más "limpio" el combate; pero acá desconcentra y a mí me da la impresión que el color de las balas es para que el espectador sepa hacia dónde se dirigen los proyectiles (¿?). No es el peor reproche, en todo caso, pero lo visual nunca debe ser mirado en menos, por muy minúsculo que parezca -hablamos de una película, ¿no?-.
El segundo reproche tiene que ver con el tono que adquieren determinadas escenas, especialmente en los momentos álgidos, para con los miembros del Fury: quedan como ángeles, reciben un tratamiento idealizado y casi sacralizado, incluso tomando en cuenta que la aparente tesis de la película es que todos son unos salvajes debido a las guerras que el humano libra consigo mismo. Está bien, son tus protagonistas, te caen bien y quieres que el público también sienta simpatía hacia ellos: totalmente entendible, pero no hay que pasarse y volverse conmovedor sólo por volverse conmovedor. Esos son los momentos que más me debilitan el conjunto, tanto porque supone una desviación del estilo y mirada que Ayer emplea al dirigir -realista, en sus palabras, de lo que deducimos que pretendía evitar toda clase de condescendencia y estridencias... lo que no cumple del todo, está visto- como por lo raro que queda ver a hombres despiadados sumirse en un inusitado estado melancólico. Nadie es de piedra, y no reprocho que los personajes se sientan mal y todo eso, más bien apunto al tono que hace que los susodichos lamentos luzcan algo forzados; ya saben, para que entendamos lo que causa la guerra en el espíritu del individuo -porque si los tipos lo pasan de maravillas de principio a fin, ¿entonces no aprendimos nada?-.
A propósito, llegamos al tercer y final reproche: el personaje del soldado recién llegado, rol que no tiene nada de sutileza ni pudor alguno en apuntarnos lo que ya sabemos. En este caso, un joven religioso que no fuma ni bebe, de seguro vírgen esperando a una buena esposa cristiana, se convierte en un asesino carnívoro por las cosas que ha tenido que ver y pasar. Ya entendíamos el punto, querido Ayer, y por lo mismo la transformación de este chico no ha quedado nada impactante -además la actuación de Logan Lerman es débil y de lo peor de la cinta... ese actor tiene una suerte inmerecida-. Yo mejor me quedo con Brad Pitt -¿quién no?-. ¡Ah, claro! También sumen a lo anterior que hay un par de muertes que intentan reforzar innecesariamente eso de que la guerra te quita las cosas valiosas -hay una que es particularmente obvia... hubiese sido mejor la desazón del reencuentro imposible-, y ya no se necesita decir más. ¿Lo entienden? Claro que sí lo entienden. Prosigamos entonces...
Pero estos dos últimos reproches, a un nivel estrictamente narrativo y a mí entender, están ahí por parte de Ayer -guionista, además- para darle cierta estructura al relato: para tener un inicio, un desarrollo y un final distinguible. Para eso el chico: llega al Fury, aprende a formar parte de la guerra, y se alista para la batalla final (de la película). Y ya que el chico está ahí, que tenga cierta dimensión humana y sirva como contraste entre la inocencia del ciudadano común y la experiencia de los veteranos. Buenas intenciones que aunque hagan que Ayer se pase un poco de la raya con lo conmovedor, no empañan lo que verdaderamente es "Fury": la experiencia, el dejarse llevar. Porque, hablando más en serio y de manera algo más profunda, me parece que esa delimitada estructura elaborada por Ayer sólo responde a que éste no quería dejar disconformes a los que prefieren ir a ver una historia en su sentido más estricto (con sus respectivos actos); mientras que, a todas luces, lo que realmente quería crear era un arrollador flujo de acontecimientos, concentrándose más en este aspecto de la película que en el guión -que igual dejó disconformes a muchos-. Así de simple. La premisa así lo demuestra: un grupo de soldados que llevan a cabo misiones en territorio alemán. Con eso basta para cubrir un amplio abanico de temas y estados mentales: violencia, redención, sacrificio, lealtad, deshumanización, etc. Por eso el realismo al que alude Ayer tiene un rol tan importante: estos hombres no vivieron elaboradas tramas de conspiración, venganzas o lo que sea; vivieron auténticos infiernos que sucedían así de la nada, sin ningún tipo de explicación detrás: los que te quieren matar lo hacen porque sí y no porque hayas matado a algún familiar suyo -enterándose dios sabe cómo-, y tú no los quieres matar porque hayan violado a tu hermana y a tu madre. Ayer quiere transmitir lo horrible de la guerra, y lo logra: simple y poderoso odio. Por eso se sobrepone a lo impostado que resulta el toque conmovedor, porque no era su verdadera intención y porque es un director lo suficientemente competente como para darse cuenta de lo brutal de la Historia y aprovechar esa característica para construir toda una experiencia bélica, constante y contundente de la que no recuerdo sobresaltos o parones rítmicos, no en el sentido de que se hace "aburrida" o "lenta" -hablamos en serio acá, creo-, sino en que no pierde su norte: la guerra no acaba, hayan disparos o no. Como dijo Brad Pitt en un pequeño instante, "los ideales son pacíficos, la Historia es violenta". "Fury" logra reflejar ello.
Además, Ayer dirige con total seguridad, dejándonos secuencias notables, como la batalla entre tanques o ese sensacional segmento en el que Brad Pitt y el chico nuevo encuentran a un par de alemanas en un edificio bombardeado. Éste -el del edificio- tiene tensión tan bien manejada que llega a causar indignación, alegría, relajo, tristeza, ira y cierto erotismo... no me tiembla la mano al señalar que es probable que sea lo mejor de la película. Imposible desvíar la mirada de esa escena tan magnética y, hasta cierto punto, evocadora -y digo cierto punto porque Ayer, que dirige bien en esta ocasión, tampoco es un genio absoluto-. Y cómo olvidar a Alicia von Rittberg, cuya aparición es casi celestial... ¡y la chica nació sólo 17 días antes que yo! Vaya, vaya... Quizás debería aprender a tocar el piano.
Al igual que lo anterior, imposible olvidar a Brad Pitt acariciando a un caballo blanco al inicio mismo de la película. ¿Qué simboliza el caballo blanco? ¿Inocencia, pureza, bondad, salvación? En este caso, yo diría que esperanza. ¿Por qué? La esperanza es lo último que se pierde, dicen.
En fin, "Fury" es una película directa y contundente, capaz de crear una auténtica experiencia bélica, aunque quizás algunos puedan concentrarse en un relato no muy original o inspirado -no seré yo el que critique ello, por todo lo expuesto-. No estamos ante una maravilla de película, pero lleva a cabo perfectamente sus intenciones, y con eso le basta. Totalmente recomendable, no quedarán indiferentes.