Irlanda. Siglo XIX. Toda la isla forma parte integral del Reino Unido tras la introducción de la Ley de la Unión que se aplicó como respuesta a una sublevación sofocada por los ingleses en 1798 por parte de un grupo revolucionario irlandés de nombre “Irlandeses Unidos”, capitaneados por el abogado protestante dublinés, Theobald Wolf Tone.
Wolf Tone –un auténtico icono dentro del republicanismo irlandés a día de hoy- tomando como ejemplo las grandes revoluciones que habían surgido en otras partes del mundo (Francia o EEUU), escribió un panfleto en 1795 titulado “Un argumento en nombre de los católicos de Irlanda”, donde denunciaba la explotación británica sobre el campesinado irlandés. El escrito tuvo tanto éxito, que sólo meses después se fundó “Irlandeses Unidos” (‘United Irish’).Escudo del movimiento de los Irlandeses Unidos.El movimiento juró “nunca desistir en nuestros esfuerzos hasta que hayamos subvertido la autoridad de Inglaterra sobre nuestro país y conseguido nuestra independencia”. Tres años después se levantaron en armas pero la revuelta, como decíamos, fue sofocada por el gobierno británico. Como consecuencia de esto, Londres introdujo la Ley de la Unión cuyo fin fue reforzar esa unión entre las dos islas: “Estarán [Gran Bretaña e Irlanda] desde el primer día de enero en el año 1801 de nuestro Señor y para siempre, unidos en un reino bajo el nombre de Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda”. Esta ley suprimió el parlamento irlandés e Inglaterra se anexionó la isla de Irlanda de manera “oficial”, por decirlo de alguna manera.
La primera mitad del s. XIX trajo también consigo los primeros disturbios en torno a las conmemoraciones del 12 de julio por parte de la Orden de Orange, hermandad creada en 1795 entre las clases privilegiadas protestantes, que conmemoran –todavía a día de hoy- la victoria del príncipe protestante Guillermo III de Orange sobre el rey católico Jacobo II de Inglaterra en la famosa Batalla de Boyne, un 12 de julio de 1690. A pesar de su elitista origen, los miembros de las distintas logias que componen la orden son protestantes de todas las clases, aunque durante sus desfiles son las clases pudientes las que encabezan las marchas.
Lienzo que hace referencia a la Batalla de Boyne.Por su carácter irremediablemente sectario -ningún católico es admitido en la Orden de Orange-, sus pintorescas marchas siempre han sido foco de tensión entre protestantes y católicos, especialmente en el norte de la isla (lo que se convertiría en Irlanda del Norte en 1921), donde la población protestante era mayoría, básicamente por la llegada de colonos escoceses e ingleses al norte de Irlanda desde principios del siglo XVII, cuando el gobierno británico confiscó las tierras a los jefes gaélicos locales, ofreciéndoselas a estos colonos para su explotación a cambio de la condición de ser angloparlantes, protestantes y leales a la corona. Con esta medida, en realidad Inglaterra intentaba protegerse ante posibles sublevaciones en Irlanda. Es lo que se conoció como La colonización de Ulster (‘Ulster plantation’).
Gráfico que muestra la colonización de Ulster y su procedencia.Además, hubo otro hecho durante este siglo que acrecentó aún más el sentimiento anti-británico entre la población católica de la isla – históricamente ligada al nacionalismo irlandés- como lo fue la Gran Hambruna. Entre 1845 y 1849, se calcula que un millón de personas murió de hambre y otro millón tuvo que emigrar a Inglaterra, Escocia, Australia y, sobre todo, América. A pesar de la magnitud de la crisis, el gobierno británico miró a otro lado aplicando el principio del libre mercado y la no interferencia. Así las cosas, Irlanda pasó de tener más de ocho millones de habitantes en 1841, a algo más de cuatro en 1911.
Impacto de la Gran Hambruna en la población irlandesaPor su parte, la Revolución Industrial tuvo un impacto desigual. Mientras que el oeste y el sur de la isla siguieron anclados en un rústico modelo agrícola que ya llevaba tiempo dando síntomas de agotamiento, el boom industrial sí que llegó al noreste, especialmente a la ciudad de Belfast. Esto provocó nuevos movimientos migratorios dentro de Ia isla esmeralda, cuando muchos católicos, huyendo de la pobreza del rural y gaélico sur de Irlanda, emigraron a Belfast en busca de una oportunidad.
Si el paciente lector futbolero ha aguantado hasta aquí, probablemente se pregunte qué tendrá que ver todo esto con el fútbol. Para bien o para mal, en Belfast, mucho… probablemente demasiado.
Es en la segunda mitad de este siglo XIX cuando un rudo y extraño deporte inventado por los ingleses de nombre ‘football’, empieza a extenderse a otros lugares, Irlanda incluida. Como deporte inglés que es, tuvo mayor aceptación en el norte de la isla. De hecho, los clubes irlandeses más antiguos, se encuentran en lo que hoy es Irlanda del Norte, siendo el Cliftonville FC de Belfast el más antiguo de todos, fundado en 1879. Poco después, surgirían otros en el norte (Glenavon, Glentoran, Linfield, Lisburn Distillery, Portadown, Larne o el Limavady United) pero alguno también más al sur, como los dublinenes del Bohemians (1890) o el Athlone Town (1887).
Mural en Belfast haciendo mención al Cliftonville FC, el más antiguo de Irlanda.
Como comentábamos, la Gran Hambruna provocó masivos movimientos migratorios de irlandeses a Escocia, entre otros países destino. Fue en el suburbio católico e irlandés de Calton, anegado por la pobreza, donde se fundó en 1888 el Celtic FC, en la ciudad de Glasgow, pulmón industrial de Escocia. El club se fundó inicialmente con fines benéficos con el objetivo de recaudar fondos para la necesitada gente de la zona. Siguiendo los estereotipos de lo irlandés, el club lo fundó un cura católico -el hermano Walfrid- quien eligió un nombre para el equipo que homenajeara las raíces irlandesas y escocesas del club, un trébol como escudo y como colores, el verde y el blanco.
Tres años después, en 1891, se funda en el obrero y católico barrio de Falls Road en West Belfast, el Belfast Celtic FC, a imagen y semejanza del Celtic FC, hasta el punto de compartir uniforme con sus ‘hermanos’ de Glasgow, esto es, camiseta con rayas verdiblancas horizontales y pantalón blanco (aunque en sus primeros años, ambos equipos vistieran esas rayas verticales). Siendo fundado donde se fundó, era inevitable que desde su nacimiento fuera percibido como un equipo con simpatías por el nacionalismo irlandés por propios y extraños. Simpatías políticas que, por cierto, el club tampoco ocultó.
Estatua en honor al hermano Walfrid, fundador del Glasgow Celtic FC
Por aquel año de 1891, el ruido de sables era palpable en toda Irlanda, pero especialmente en el norte, con dos comunidades cada vez más antagonistas: por un lado, los protestantes, favorables a la unión con Gran Bretaña y, por otro, los católicos a favor de la independencia irlandesa. En este convulso contexto, desde el nacionalismo se daban a partes iguales iniciativas políticas en busca de un mayor autogobierno (el llamado ‘Home Rule’) y movimientos revolucionarios (rebeliones, conspiraciones…).
Así, en 1886 se llegó a un acuerdo entre Dublín y Londres para introducir la primera ley sobre el ‘Home rule’, que otorgaba algunos poderes al parlamento dublinés en cuestiones internas, pero que no recogía las peculiaridades del norte, lo que provocó alianzas estratégicas en ambos bandos: una en torno a la defensa del ‘Home rule’, con la bendición de la iglesia católica y otra en torno al unionismo, que contaba, a su vez, con el beneplácito del presbiteranismo irlandés y de la Orden de Orange. Juntos formaron el Consejo Unionista de Ulster (Ulster Unionist Council o UUC). Dicha toma de posiciones y la creciente tensión provocó un aumento de los disturbios sectarios en Belfast, que acabó afectando al fútbol también. Así, entre 1857 y 1910, ya se recogen los primeros altercados graves de carácter sectario en la ciudad.
Aficionados del Linfield mostrando muy a las claras sus inclinaciones políticas y religiosas
Y es en este contexto donde surge la rivalidad entre el Belfast Celtic y el Linfield FC, club que se había fundado pocos años antes, en 1886, cuya afición encuentra su base y raíces en la comunidad protestante y cuyo campo, Windsor Park, es también sede de la selección de Irlanda del Norte. El primer gran choque en liga entre ambos equipos llegó en la temporada 1899-1900, donde se enfrentaron por el título, con victoria del Belfast Celtic por 1-0. Tras aquel logro, la afición verdiblanca se refirió a su equipo como ‘The mighty Belfast Celtic’, el orgullo de Falls Road, de todo West Belfast, que dentro de las deplorables condiciones en las que vivían (pobreza, desempleo, discriminaciones, aislamiento…), encontraban por fin algo de lo que sentir auténtico orgullo. Falls Road empezaba a ser conocido por su equipo de fútbol, cuando había vivido en el ostracismo hasta entonces. Y es que a nadie importaba lo que sucediera allí.