Las mujeres lloran por todo, siempre quieren arreglar las cosas llorando.
El fútbol es un deporte de machos. La norma de los machos es que los hombres no lloramos.
El único deporte donde hay un equipo de llorones es en el fútbol.
Sólo una muestra, a la vista de todos, ved la final de un campeonato mundial de fútbol y veréis una tendalada en el césped llorando, porque perdieron y no solo en la final. Los periodistas ya se los pueden así que van detrás de ellos.
El campeonato mundial de fútbol es para ver los llorones a moco tendido.
Los hinchas se ponen a chillar al unísono con los jugadores en el estadio y hemos visto por los medios, que los que ven los partidos por TV, también chillan.
Total el mundial se vuelve una sola chillazón.
El entrenador y sus ayudantes, les están diciendo vamos a ganar, en los entrenamientos, en las pláticas, en el transporte, antes del partido, en las declaraciones ante los medios. Todo es entusiasmo, optimismo, alegría. Aquí vamos 11 contra 11. Los jugadores van bien mentalizados de que van a ganar. Si les preguntan 2 a 1, otros 4 a 1, el de más allá 10 a 1. Este es un récord entre Hungría y El Salvador en 1982. De regreso a casa, al portero Mora le fue difícil recuperar su vida anterior.
Vamos a ganar, vamos a ganar, vamos a ganar, vamos a ganar, vamos a ganar, vamos a ganar, …
Vamos a ganar, vamos a ganar, perdimos. Nadie les dijo que podían perder. De la gloria a la nada.
Jugadores de Brasil lloran en la semifinal del Mundial 2014, los más llorones, David Luiz y James, los alemanes les metieron 7 goles, se menciona que Scolari pasó una semana llorando. No era para menos, fue otro maracanazo.
En la web hay imágenes de Maradona chillando.
Algunos como Zidane dice que por el futbol nunca lloró.
Messi lloró tras perder la Copa América ante Chile.
Si les preguntan por qué lloraron, les dirán porque “duele” perder. Esto es como aquel niño que no pudo alcanzar una galleta en un estante, luchó y luchó, frustrado, terminó llorando.
¡Pero sí sólo es un partido!
Pero el que se lleva el número uno, el as, fue el famoso maracanazo de 1950, el mar de lágrimas fue el doble del Amazonas; es que parecían invencibles, le metieron 7 a Suecia y 6 a España. Todos le llaman, eufemísticamente, el día que Brasil lloró.
Vendrán otros campeonatos. Tiene que haber un ganador y un perdedor. Vendrán otras llorazones.
¿Por qué llorar? Así debería ser. Pero la realidad se impone. Están chillando, véanlos, inconsolables.
Vendrán otros llorones.