Xabi Castillo, defensa del Athletic de Bilbao, se ha equivocado y tendrá que pagar por ello. Al parecer el jugador, en la jornada de descanso del equipo, se echó un par de copas de más y la siempre atenta Ertzaintza le pilló con las manos, en este caso, en el volante.
A la sanción policial y administrativa se le suma la del club. El futbolista dio parte de lo acaecido, hecho que le honra, y la entidad de Ibaigane le ha impuesto la máxima sanción posible por comisión de una falta grave. Olé.
Castillo está arrepentido y así se lo quiere hacer saber a todos los socios rojiblancos. Un futbolista debe entender que su trabajo va más allá del terreno de juego, que su jornada no finaliza cuando se ducha tras un partido o después de un entrenamiento. Tienen unas obligaciones sociales y profesionales. Al fin y al cabo viven de su cuerpo.
Tienen una carrera efímera y deben privarse de actividades normales. Entiéndase por normal salir de marcha nocturna, beber, fumar, drogarse o realizar deportes que supongan un riesgo evidente de lesión, que puede ser desde una pachanga de futbito con los amigos hasta conducir una moto. Y todo ello va en su sueldo.
Ojalá tomen ejemplo otros equipos y procedan igual en vez de callar los casos de accidentes nocturnos, alcoholemias, trifulcas nocturnas, falta de compromiso social… que se dan en todas las casas.
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