La forastera esta vez se llama Gaby, tiene veinte años y cae de golpe (con su hámster enjaulado y su desorientación) en la casa que su hermano Sam, un artista plástico emergente, comparte (o debería compartir con compartir, porque el que paga la renta siempre es él) con dos amigos. ¿Por qué Gaby se instala en Brooklyn? No lo sabemos. Sabemos que se define como una artista feminista post pero no la vemos pintar ni hacer nada lejanamente emparentado con el arte, salvo fumar porro y desnudarse delante de todo el mundo. Unas pocas semanas después, el mundo de Sam y su símbolo principal (su departamento) está en crisis, crisis de amor, de sexo, de dinero, de arte y de amigos.
Programado dentro del ciclo dedicado a óperas primas y jóvenes directores Gaby on the roof in July encuentra su originalidad en el método con que fue filmada, sin guión, a partir de largas y complejas improvisaciones grupales, siguiendo esos rastros azarosos que brillan tanto en el cine de John Cassavetes o de Mike Leigh. El personaje de Gaby, una colgada encantadora que siembra desastres sin darse cuenta, es un punto de partida fuerte, el agente bacteriano que intoxica un medioambiente estable y armónico pero el fuerte del film de Levine es la frescura con que respiran sus actores, la verdad dramática o cómica con la que tropiezan sobre la marcha tan sorprendente para ellos como para el espectador; y la mirada sagaz ( a la vez irónica y empática) con que despelleja el mundo al que pertenece.
Presentación realizada por Alan Pauls en julio de 2012, Primer Plano I.Sat, especial Primeras películas y directores jóvenes. Transcripción del siguiente enlace audiovisual: