"Entiendo que te gusten los vestidos largos. Tapan muchos defectos"
(Mae West)
Éste no es un post cualquiera, esto es un gabinete de crisis. Si no estás preparado para afrontar la difícil situación, puedes abandonar. Deja de leer. Ahora mismo. No digas que no avisé. Esta es la situación: no tengo vestido para la única boda a la que aún se atreven a invitarme. Evidentemente, esta es una situación de emergencia. Código rojo.
El problema es que hay demasiadas opciones. Largo o corto. Liso o estampado. Sin mangas o palabra de honor. Con escote o sin él. Demasiadas decisiones trascendentales al mismo tiempo.
Este es el segundo problema. Las fotografías ponen el listón demasiado alto como para no suicidarte frente al espejo cuando te pruebas el vestido. Judit Mascó parecía una princesita. Tú pareces el delfín Flipper. Porque hay vestido que parecen perfectos...
... Si eres Kate Moss. O te haces llamar Pippa.
El caso es que seguimos en código rojo. Seguimos si vestido. Porque unos son demasiado armados.
Otros , demasiado descubiertos.
Unos son demasiado sosos.
Y otros tan dulces, que te hacen parecer una nube de algodón de azúcar, como si hiciera falta.
Los hay, que quedan muy monos en la modelo...
O en la percha.
Pero no acaban de pasar la prueba del algodón. Cuenta la leyenda, que hubo una vez una chica que fue invitada a una boda y encontró su vestido a la primera. Las demás, preferimos abrir gabinetes de crisis.