Revista Opinión
A Gadafi lo llamaban el Che Guevara árabe.Ayer lei no sé dónde que un revolucionario español fue a pedirle ayuda y Gadafi lo recibió después de otros que habían acudido a él con ese propósito, y cuenta que el libio lo escuchó atentamente, sin pronunciar palabra, y lo desvió a una habitación adyacente donde un ayudante le preguntó concisamente qué quería armas o dinero, él respondió: dinero, y se vino para acá con un maletín lleno de tal.O sea que Gadafi era, pues, un convencido revolucionario de izquierdas, o sea, socialista, y tan enemigo del poder personal, autocrático, que el régimen que fundó se gobernaba mediante organismos asamblearios, y él se quedó o hizo como que se quedaba fuera, como un arcángel vigilante, como la figura suprema del ejército, que sólo haría las funciones de guardián de la pureza de la revolución, algo así como lo que Nasser, su dios hecho hombre estaba haciendo en Egipto, al que intentó convencer para que ese panarabismo socialista se instalara en todo el norte de Africa, bajo el impulso decidido de ambos países, pero Nasser, visionario pero mucho menos, no aceptó, dijo que ya tenían tarea suficiente ambos con llevar al socialismo a sus respectivos países.¿Qué es lo que pasa por la cabeza de un hombre que cumplía a rajatabla aquella máxima que citábamos ayer de “el hombre que a los 20 años no es de izquierdas no tiene corazón”, tan de izquierdas era aquel Gadafi que confundió el culo con las témporas y de la acción revolucionaria pura y dura pasó al terrorismo más puro y duro aún, sin solución de continuidad y Berlín supo de muy mala manera cómo las gastaba éste al que Reagan llamó “perro loco libio”, como también lo supieron las compañías aéreas capitalistas que vieron, asombradas, como un agente libio cometía el atentado aéreo de Lockerbie, en el que murieron 300 personas, lo que, entre otras cosas, motivó al propio Reagan que ordenara a sus aviones bombardear el palacio residencia del libio en el que se hallaba una hija de Gadafi, que murió?Pues seguramente lo que pasaba por la cabeza de Gadafi fue lo que dictaminó tan acertadamente lord Acton cuando dijo aquello de que “el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente”.Lo que, para mí, supone un salto de tendencia, cuando un tipo de izquierdas comete una auténtica injusticia, algo que transgrede la máxima de dar a cada uno lo suyo, lo que realmente merece, deja de ser de izquierdas para penetrar decididamente en el ámbito natural de la derecha que, como decíamos ayer, se caracteriza por hacer de la injusticia, la desigualdad y el privilegio sus objetivos vitales. O sea que se corrompe, si entendemos por tal el hecho de descomponerse íntimamente sustituyendo el servicio a la igualdad de derechos y oportunidades por el acceso a las ventajas injustas y a los privilegios sangrantes, sólo por el hecho del nacimiento y de la herencia.Y es que hay que tener mucho cuidado cuando se rozan los límites de una ideología porque es muy fácil, demasiado fácil, virar y dar el paso a la otra orilla, si no por otra cosa por aquello de que los extremos se tocan y la extrema izquierda está muy cerca, demasiado cerca, de la extrema derecha.De modo que Gadafi viró, tal vez porque ya había dejado atrás aquellos veinte y pocos años durante los cuales soñó con convencer a Nasser para tratar de instaurar en todo el norte africano una supernación panarábica socialista, y se cumplió la segunda frase de la maldita máxima “y el hombre que a los 40 y pico años no es conservador no tiene cabeza”, de modo que se preguntó a sí mismo lo que se inquieren todos los dictadores “si yo he salvado a mi pueblo, si lo arrebaté de las garras de una monarquía podrida para hacerlo socialista y libre, si he logrado que su renta “per cápita” sea la más alta de Africa ¿por qué no voy a retribuirme a mí mismo un servicio patriótico semejante?”, o sea, aceptó su propia corrupción, tal como Camps, “si yo soy el mejor de los gobernantes-“somos los mejores” decía apenas ayer, en el congreso o convención del PP en Palma de Mallorca-por qué no he de recibirlo todo, trajes, corbatas y zapatos, incluidos, como justa retribución al enorme servicio que presto a la Comunidad valenciana?”.O sea que tal como titulábamos nuestro post de ayer: “Gadafi, o de como la izquierda, cuando se corrompe, se convierte en derecha o sea demostración de que la derecha es sinónimo de corrupción”.