Nos encanta que nuestros hombres (y los que no son nuestros, por qué no) sean galantes.... Uno de ellos (de los propios, se entiende) tiene una costumbre poco usual que denota esta cualidad. Cuando camina por la calle en compañía de su fémina, siempre, pero siempre, deja el interior para ella, permaneciendo él en la parte de la acera más cercana al asfalto. Esa actitud, en principio, podía ser difícil de entender, teniendo en cuenta que, cada vez que se cruzaba o cambiaba de acera, había que alterar el orden de los factores (sin alterar el producto). Es una forma de protección de un atropello involuntario que no deja de ser original. Estas costumbres se van perdiendo, más ahora que la igualdad determina ciertas actitudes como "micromachistas". Nosotras no dejamos de pensar que la galantería masculina no está reñida con el feminismo bien entendido. Por eso, hoy dedicamos esta entrada a nuestros galanes, que lo son siempre, de día... y de noche....
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Y vosotros... ¿tenéis galanes en casa? ¿y galantes?