Los Galeones de Manila dominaron el comercio del Océano Pacífico desde 1565 hasta 1815, una supremacía naval de 250 años durante la cual nutrieron a la Corona con las enormes riquezas de Oriente.
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Galeones de Manila, la Ruta
El trayecto desde Acapulco a Filipinas solía durar unos tres meses (incluyendo una necesaria escala en la isla de Guam), sin embargo la vuelta presentaba serios inconvenientes, debido a los vientos adversos (o a la ausencia de ellos, la denominada “calma chicha”) y las enormes distancias transoceánicas. Tras varios intentos fallidos por parte de diferentes navíos y capitanes españoles, en 1565 Andrés de Urdaneta descubrió la ruta de regreso o “tornaviaje” navegando en un convoy comandado por Miguel López de Legazpi, llegando a la ciudad de Cebú en México.
El secreto del tornaviaje, consistía en navegar, contra toda lógica, hacia el norte en vez de hacia el este. Con este rodeo hacia el norte, se alcanzaba la corriente de Kuro-Siwo que empujaba a los Galeones de Manila, ahora sí, hacia el este en dirección a la costa de California, que luego costeaban en dirección sur (con grandes peligros y dificultades a causa de las nieblas y su accidentada costa) hacia Acapulco, desde donde se transfería por tierra al puerto de Veracruz para embarcar en las Flotas de Indias. Se da la circunstancia de que el que los Galeones de Manila tocasen tierra en California, motivó su exploración y colonización por parte española, al necesitar establecer allí bases para reparar y reabastecer a los desgastados Galeones de Manila que allí arribaban tras tan larga navegación. A finales del siglo XVIII hacían escala en Monterrey. Esto hacía posible el tornaviaje, que sin embargo duraba entre cuatro y cinco meses.
Galeones de Manila, la preciada carga
Los colonos españoles en Filipinas dependían fundamentalmente del comercio con los países asiáticos y sus ingresos dependían a su vez del galeón de Manila. Sus bodegas se cargaban de especias como la pimienta, el clavo o la canela. También era muy apreciada la artesanía china o los biombos, abanicos y espadas japonesas. Otro importante componente del comercia eran las elaboradas telas asiáticas, como tafetanes, sedas, raso y terciopelos que se vendían en los mercados europeos. En las bodegas de los galeones de Manila no podían faltar las alfombras persas, los jarrones de la dinastía Ming además de muchos otros exóticos productos, que los asiáticos vendían a cambia de Plata Mexicana.
Galeones de Manila, los gigantes que dominaron el Pacífico
Hasta 1593 zarpaban cada año tres o más Galeones de Manila, sin embargo, su comercio se convirtió en algo tan lucrativo que los comerciantes de Sevilla elevaron al rey Felipe II una queja sobre sus pérdidas, consiguiendo que se limitase el comercio a sólo dos barcos navegando cada año partiendo de cualquiera de los puertos, con uno quedando en reserva en Acapulco y otro en Manila más una escolta armada (aunque realmente la piratería nunca fue un gran problema, pues sólo hay constancia de 4 pérdidas por esa causa en 250 años).
A causa de esta limitación, se convirtió en una necesidad el que los Galeones de Manila albergasen las bodegas más grandes posibles, por lo que estos barcos llegaron a ser la clase de barcos conocidos construidos más grande en cualquier lugar hasta ese momento. Así en el siglo XVI podían llegar a desplazar 2.000 toneladas y llevar a mil pasajeros. Construidos con madera de Filipinas (de 110 galeones, sólo 8 fueron construidos en México) llegaron a tener una eslora de 51,5 metros de largo.
Así por ejemplo, el Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza tenía capacidad para 60 cañones, 34 metros de eslora, 9,5 metros de manga y un calado de 5 metros, desplazando 1.000 toneladas con 460 tripulantes.
Otro ejemplo es el Santísima Trinidad y Nuestra Señora del Buen Fin (que no hay que confundir con el también mastodóntico navío de línea Santísima Trinidad). Este Galeón de Manila tenía la friolera de 51,5 metros eslora, 15,2 metros de manga, 10,1 de puntal y un calado de 9,3 metros. Equipado con 54 cañones desplazaba la increíble cantidad de 2.000 toneladas con 413 tripulantes.
Galeones de Manila, el fin de la ruta
La ruta de los Galeones de Manila se interrumpió en 1821 cuando México consiguió su independencia de España, aunque el último Galeón de Manila había partido en 1815. La Corona española tomó el control directo de Filipinas y gracias a la invención de los barcos a vapor y de la apertura del canal de Suez, el viaje de España a Filipinas se redujo a 40 días.
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