Revista Cultura y Ocio

Galería de favoritos 41 / Charles Bukowski

Por Calvodemora



Galería de favoritos 41 / Charles Bukowski



Bio
Heredó cuartuchos baratos, cucarachas tristes. Siempre le dolieron los años, las horas, los minutos . Siempre me dolió vivir, sentenció en cierta ocasión. Hay gente que nace para ser feliz y no admite una pequeña brizna de fatalidad. Cuando les ocupa la desgracia, no le plantan cara, no la miran de frente, sino que hacen amistad con ella y se la llevan de parranda.

Poética

Dios se paseaba por el cuerpo de Charles Bukowski y le tatuaba frases hermosas con forma de corazón. Dios y Charles compartían cosas verdaderamente hermosas. A Dios el mundo le salió mal y a Charles (Hank en adelante) le parecía formidable esa imperfección. Esperó la muerte como todo el mundo, y tal vez la mereció antes. Sus poemas no eran exquisitos ni engolosinaban a las críticos trajeados de los suplementos culturales de los domingos. La verdad absoluta no existe. Ni la poesía absoluta. Están la cerveza, el bourbon y el sexo. Como en un blues de John Lee Hooker. 

Cine negro

Noches infestadas de ratas: el infierno junto a una máquina de escribir. El whisky en la guantera del Buick. Hipódromos reventados de sonrisas de tahúr. Putas con pezones como dedales. Mujeres de edad contando el dinero en la trasera de una timba. A la resaca no le salen bien las conjugaciones y la prosa desbarra. Alguien se descerraja un tiro en la boca delante de la madre de Hank. Ha pedido que retiren al muerto. 

Bukowski habla con Brahms

Salvo el vals número dos, el que extrajo Kubrick del olvido y lo colocó en el centro del cosmos, Shostakovich hace una música muy triste, Hank se acerca a Brahms con respeto, pero termina tuteándolo. Todos tenemos una canción en el corazón, pero la tuya es muy larga, le suelta. Mis novelas son erecciones imposibles, no creas. En algunas hay valses, valses largos en los que alguien, en el giro de los cuerpos, da un traspiés porque ha bebido más de la cuenta. Hank amaba la música casi por encima de todas las cosas, salvo tal vez un plató de televisión en el que hablar de sí mismo y cobrar por ello. 

La resaca

Charles Bukowski escribía borracho o en plena resaca. La sobriedad no es el estado ideal de creación. Es mejor contar lo que uno ve cuando no lo enfoca bien. En esa distorsión, en esa vibrar de las imágenes, está el matiz que le interesa a Hank, el único posible, por otra parte. Lo bueno de escribir en estado de embriaguez es que después no sabes qué escribiste, las razones que animaron la escritura. Es como si fuese de otro el texto y tú lo leyeras con la perplejidad de quien reconoce algo suyo, pero no está enteramente convencido de que le pertenece. Es mierda de otro, solía decir. Yo soy otro, uno es siempre otro.

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