Revista Cultura y Ocio
Y el poeta inglés, aquejado por los quebrantos de salud propia y ajena, ocupado en su banca Lloyds en cuadrar números, desoyendo a quienes le recomendaban reposo y consejo médico para no caer en la locura o en el tedio, revisó en París, a la vera del loco Pound, The Waste Land. Lo afinó, según aclaró más tarde. Afino yo ahora mi oído inglés, mi corazón anglófilo, mis deseos de que las enseñanzas en la lengua de Milton y de Chesterton me haga disfrutar con lo escondido, con lo que el traductor no capta. Porque el trabajo de traductor es uno de los más difíciles del mundo e incluso el mejor de todos ellos no satisface al lector exigente y se deja embaucar a veces por la sonancia secreta de las palabras, por el arrullo invisible de los verbos.
April is the cruellest month, breedingLilacs out of the dead land, mixingDull root with spring rain.Earth in forgetul snow, feedinga little life with dried tubers.Summer surprised us, coming over the Stambergersee,and went on in sunlight, into the Hofgarten,and drank cofee, and talked for an hour.Bin gar keine Russin, stamm' aus Litauen, echd deutsch.And when we were children, staying at the arch-duke'sMy cousin, he took me out on a sled...
T. S. Eliot, The Wasted land, 1. The burial of the dead.
Y suena tan bien el inglés cuando lo declama un nativo bien adiestrado y bendecido por el dios de la música...