¿Qué anunciarán? ¿Comida para perros? ¿Una nueva bebida? ¿Seguros? Nada. En realidad, estos hermosos galgos sobre cielo azul que pueden verse estos días en 100 anuncios luminosos (opis) repartidos por toda Barcelona no anuncian nada. O mejor dicho, se anuncian a sí mismos y también, la exposición Canòdrom 00:00:00, que, a partir del 12 de abril, se abrirá en el antiguo canódromo de Meridiana como prefiguración de su futura función como centro de arte contemporáneo. La campaña, que aprovecha la cesión del Ayuntamiento de Barcelona de espacios dedicados a publicidad municipal, habrá acabado cuando abra la exposición, pero sus imágenes podrán verse también en los paneles publicitarios de la estación de metro de Fabra i Puig.Los cuatro canes del anuncio habían corrido en sus pistas y después, a través del incansable activismo de SOS Galgos (www.sosgalgos.com), fueron adoptados y ahora tienen una nueva vida como perros de compañía. Bueno, uno de ellos, Ucranés, está todavía con una familia de acogida, pero se le puede considerar, como al resto, un ganador, que en este caso es como decir un sobreviviente. Otros no han tenido tanta suerte. Pese al cierre del canódromo, sigue habiendo carreras clandestinas y en varias provincias españolas se les utiliza como perros cazadores y son abundantes los maltratos y la muerte salvaje de estos animales. Estos días, la organización británica Greyhounds in Nedd (Galgos Necesitados) está lanzando una campaña para pedir a Zapatero que se acabe con el maltrato, ya que calcula que en España se matan o abandonan a más de 50.000 galgos al año.
Estos del anuncio son, pues, ganadores. Y así, Winners, es como se titula este proyecto artístico del colectivo Gustavo -un guiño a la rana de Barrio Sésamo- que integran los artistas Regina Giménez y Rafel G. Bianchi. Cada uno tiene una amplia trayectoria a sus espaldas, pero a raíz de la convocatoria del Consejo de las Artes (Conca) para elegir nueve proyectos artísticos que dieran visibilidad al nuevo centro de arte decidieron juntarse y presentarse al concurso. "Lo hicimos porque, francamente, tal como están las cosas, era una manera de tener ingresos", comenta Bianchi, que no duda en reconocer que la idea es sencilla pero resultona. "En realidad, somos poco activistas, pero los amigos nos convencieron y para sorpresa nuestra, ganamos".
Ninguno de los dos tiene perro, ni piensa tenerlo, y desconocían antes del proyecto la situación de los galgos. Tampoco estaban habituados a trabajar en este medio, ya que lo suyo es un trabajo personal relacionado con la pintura, ella, y el arte más en la línea conceptual, él. "Aquí fue diferente porque era como si trabajáramos para una empresa de publicidad, algo que hemos hecho de la manera más profesional posible", indica Giménez. Les costó encontrar los canes, ya que les exigieron que, efectivamente, hubieran corrido en el Canódromo -"para nosotros la historia era más bien simbólica, pero bueno, hicimos de reporteros y tuvimos la imprescindible ayuda de SOS Galgos"- y después buscaron darles un tratamiento fotográfico de auténticos vencedores. "Queríamos darles dignidad, como si fueran medallistas de los años cincuenta", señalan. Sí, parece publicidad, pero lo que anuncia es no sólo la historia de la recuperación de un espacio para el arte, sino, también, la de unos animales para la vida.