La primera vez que vi un arruí en todo su esplendor fue a comienzos de la década de los ochenta, cuando Ismael Galiana organizó una excursión para periodistas a Sierra Espuña. Galiana era entonces jefe de prensa del Consejo Regional que presidía el socialista Andrés Hernández Ros. El exiguo gabinete de comunicación lo formaban él y dos jóvenes mujeres periodistas. Fuimos en autobús, ascendiendo por la empinada carretera, no sin algún que otro susto en el trayecto. Recordé ese viaje hace unos días mientras, con el equipo de TVE Murcia, subíamos al centro de visitantes Ricardo Codorníu, en el parque, para cubrir una noticia. Aquella mañana de hace cuatro décadas en el pulmón de la Región acabó con una fantástica comida en el impresionante caserón que albergaba a Casa Mariquita, en Totana, con su propietaria, Josefa Ros Fernández, ejerciendo de magnífica anfitriona, y a la que se incorporó posteriormente el presidente regional.
Ismael Galiana Romero (1933-2021) ha fallecido este domingo en Murcia tras arrastrar consigo la enfermedad del olvido. Se inició profesionalmente en el diario Línea, de donde pasó a La Verdad, escribiendo también en la Hoja del Lunes, y desembarcando luego en la naciente administración autonómica. Fue un respetado crítico gastronómico, tarea esta última que ejerció en La Opinión de Murcia hasta que sus facultades físicas se lo permitieron. Galiana perteneció a esa estirpe de periodistas de la vieja escuela, cuando el oficio se ejercía sin horarios y las redacciones eran la vivienda habitual de los reporteros, a modo de reposo del guerrero. Un exponente de ese buen viejo periodismo que el argentino Martín Caparrós define como “enterarse de algo, pensarlo y contarlo”.
Escribió más de medio centenar de libros y fue testigo privilegiado de los avatares de la Transición política en la Región. Dejó dicho que en esta tierra se come mejor que se gobierna. Deja esposa e hijos, entre ellos, Ismael, compañero y sin embargo amigo, que diría aquel, también consumado profesional del medio radiofónico.