Galicia ha dicho "NO" al separatismo y a la trifulca que promueve el sanchismo. Los gallegos han humillado a Pedro Sánchez y lo consagran como el líder socialista que ha cosechado más derrotas electorales en la historia del PSOE. Sánchez, que ha perdido cada vez que se ha presentado a unas elecciones, conduce al PSOE hacia la desaparición, por el mismo camino de los socialismos de Francia, Italia, Grecia y otros. Los partidos socialistas regionales temen ya la llegada de Sánchez para hacer campaña porque sus intervenciones restan votos en lugar de sumar. Por su parte, su principal contrincante, Alberto Núñez Feijóo, sale reforzado y se consolida como opción de futuro. La derrota de Sánchez, producto del rechazo masivo de los ciudadanos a su política de traiciones y suciedades, ha impregnado a la izquierda en pleno: SUMAR y PODEMOS, con menos votos que VOX, también han recibido su varapalo y no han conseguido ni un sólo escaño. El sanchismo ha cavado su tumba en Galicia y ojalá esa derrota humillante, con sólo 9 diputados obtenidos, cinco menos que en las anteriores elecciones, le sirva al PSOE para entender que está siendo gobernado por un enterrador y que su política de ruptura y odio a España no tiene otro futuro que la derrota y la desaparición del socialismo como gran partido de gobierno. Además de la humillación de Sánchez y la victoria por mayoría absoluta del PP, la otra gran novedad en las elecciones gallegas es la resurrección del Bloque Nacionalista Gallego (BNG), que ha obtenido 25 diputado, más del doble que el PSOE y seis más que en las anteriores elecciones, afianzándose como segundo partido de Galicia. Sánchez haría bien recogiendo la basura que transporta y esparce y dimitiendo, si quiere dejar todavía vivo al socialismo español. Si sigue adelante con sus marranadas y sus alianzas con la escoria, él morirá y se llevará a su partido a la tumba. Basta una mirada al mapa de España para descubrir el desastre que el sanchismo ha provocado en la izquierda. La inmensa mayoría de las autonomías están gobernadas por la derecha y el color rojo apenas aparece. No cabe imaginar una demostración más clara y palpable del rechazo de los españoles a la porquería política del sanchismo, aliado siempre con el odio a España. La primera consecuencia del desastre gallego va a ser el incremento de la oposición interna al sanchismo. Dentro del socialismo ya ha empezado la carrera para sustituir a Sánchez cuando pierda el poder, expulsado por las urnas y por el desprecio masivo del electorado. Sánchez va a tener que bregar ahora con la disidencia y va a sentir la fuerza creciente de sus enemigos internos. Tal vez se convenza de que el poder, ejercido con la voluntad popular en contra, siendo abucheado en cada rincón de España, gobernando un partido lleno de disidentes y enemigos agazapados y sufriendo humillación tras humillación, no merece la pena porque te convierte en un muerto viviente, en un odioso zombi perdedor. ---