Con este post cumplo el reto de escribir al menos cuatro entradas al mes. He de decir que se siente bien, es la primera vez en toda la historia de este inconexo e incoherente blog que logro ser tan constante. He logrado hacer escritos largos y más o menos comprensibles. Me alegra, hace menos de cuatro meses estaba clausurando este espacio. El verdadero problema no eran mis escritos o lo solo que me sentía en esos momentos, fue la mirada. Cambié el lema de fighting against self-gravity a buscando encontrarás y en latín que es lo mejor.
También estoy por cumplir otro reto, había que ver 20 películas en el mes. Ocasión perfecta para tomarme en serio el cine, que tanto me gusta gran ignorante que soy. La verdad de las 19 películas que he visto, sólo dos. O me gustaron; el resto han sido joyas, esas que te dan ganas de llorar de lo buenas que son.
No estoy seguro si tener buen gusto necesariamente lleve a la virtud, pero estoy seguro que da infinitas posibilidades de entender al mundo, de saber los alcances que tenemos como especie, en lo sublime y en lo más vil.
Ayer vi Las Aventuras de Robin Hood (1938) y en la noche Thor. ¿Qué pueden tener en común dos películas con tanto tiempo de diferencia y con mitologías tan diferentes? No mucho si después de ver ambas terminé rebosante de nobleza y gallardía.