Gracias señor ministro. ¡Qué haríamos sin usted! ¡El adalid de las mujeres! La mayoría de las mujeres y de los hombres le agradecemos su esfuerzo por hacer libre a las mujeres con esta nueva ley que nos quiere endiñar.
Y es que esta ley es la leche. Buena por todos lados. Así lo afirma la memoria que la acompaña y que ha elaborado su ministerio, --llamado no sabemos por qué de Justicia, cuando debería llamarse de Machismo recalcitrante—, y es que nos hace ver la bondad de esta ley contra el aborto.
Entre otras lindezas, habla de que es buena económicamente. Se basa en la teoría de que nacerán nuevos ciudadanos y eso ayudará a la situación económica del país. Independientemente de que hay teorías contradictorias al respecto, tener que recurrir a esta ley, también para hacernos creer que es positivo para nuestra economía, es de una imbecilidad desbordante y demuestra que no saben qué argumentos utilizar para defenderla, sin miramiento alguno.
Además este informe dice que con la ley de plazos, la anterior, había aumentado el número de abortos. Mentira podrida. Datos oficiales hablan de que ha disminuido un cinco por ciento.
Y lo más grave de todo, es que este documento dice que la ley Gallardón hace más libre a las mujeres, gracias a que para tomar una decisión como es la de abortar --en el único caso que se le permite: cuando el feto tiene malformaciones—le deben avalar dos médicos y los servicios sociales. Esto nos da idea de lo que esta gente piensa de la mujer y su libertad. O sea para que una mujer se considere libre y pueda decidir abortar, deberá someterse al dictamen de otros. Sólo faltaba que dijeran que si decide sola sería libertinaje, palabro que se utilizaba mucho en tiempos franquistas.
¿Desde cuándo se es más libre si para poder llevar a cabo una decisión debes tener la autorización de otros? ¿Acaso es más libre quien no puede decidir por sí mismo? Está claro que quien afirma semejante desfachatez no puede ser sino alguien que considera a la mujer inferior o un objeto. En definitiva: un misógino.
Mientras que hasta en el mismo partido pepero, que sostiene a este gobierno, cada vez se escuchan más críticas, Gallardón y su ministerio siguen denominando a esta ley progresista, avanzada y ejemplar cuando en Europa, salvo Polonia y Malta, todos los demás países tienen leyes de plazos semejante a la que todavía rige en España, demostrando una ceguera sólo justificada por motivos ideológicos y de supeditación a la Iglesia Católica.
En fin, éste ministro era el que muchos creían progresista, al que en su propio partido le llamaban como insulto socialista, el mismo que autorizó la píldora del día después en Madrid y casó, como alcalde, a homosexuales. Cosas de la vida, ahora se ha quitado la careta y sabemos con quién nos jugamos los cuartos, con un misógino de tomo y lomo que quiere hacer de la mujer un ser sin derechos y dependiente de otros, sin poder de decisión sobre su propio cuerpo.
Esperemos que esta ley, como está ocurriendo, cada día tenga más enemigos y que sea capaz de que el mismo PP la pare por miedo a la desafección electoral que está provocando, incluso en sus fervientes seguidores. Alguien tendrá que decirle a Gallardón que la hora de la Sección Femenina ha pasado y que la mujer tiene derecho a decidir sobre su cuerpo. Una cosa es segura, Gallardón gracias a esta ley retrógrada está muerto políticamente, se ha cargado esa carrera que tanto deseaba, al quitarse la máscara. Más vale que más pronto que tarde el faraón abortara esta ley.
Salud y República