Revista Cultura y Ocio

Galleon: king of aragon (1995)

Publicado el 05 agosto 2025 por Jose Luis
GALLEON: KING OF ARAGON (1995)

Hay discos que sencillamente te invitan a entrar en ellos. Descubrí King of Aragon al poco de ser publicado, cuando formaba parte del fanzine Atropos de Zaragoza. Y desde entonces, ha sido un disco que me ha acompañado. Mientras todo giraba hacia lo ruidoso, lo inmediato, lo llamativo, Galleon eligieron otro camino: el de la artesanía sonora, la melodía pensada, la emoción contenida. En una época en que el progresivo se movía entre sombras, ellos construyeron un espacio propio con teclados analógicos, guitarras sinceras y una calma poderosa.

Desde los primeros compases de “Crime wave” y esa pequeña sacudida de energía contenida, sentí que estaba ante algo especial. Pero fue con “From square to circle” cuando me rendí del todo. Progresivo con sentido, con espacio para que las ideas respiren, sin necesidad de disfrazarlas de grandeza. Hay algo profundamente humano en la forma en que desarrollan los temas, y algo muy valiente en “Fall of spring”, que se atreve a desviarse del camino esperado, abrazando disonancias como si fuesen recuerdos mal curados. No todos lo entenderán, pero eso lo hace más valioso.

Y luego está “Long lonely shadows”. Qué belleza, qué honestidad. Me recordó a esos momentos de Genesis que uno no olvida, no porque fueran espectaculares, sino porque sonaban a verdad. Aquí, la guitarra y el teclado conversan como dos viejos amigos que se entienden sin hablar, y en esa charla hay ternura, nostalgia, y algo de esperanza también. Es música que no busca llenar estadios, sino acompañarte en momentos de bruma espiritual.

No, King of Aragon no cambió la historia del rock progresivo. Pero hay discos que nacen para sonar durante un tiempo y luego están los que se quedan contigo toda la vida porque saben exactamente cuándo y cómo hablarte. Y cuando lo hacen… lo hacen con una verdad serena que atraviesa el tiempo y el ruido sin pedir permiso. Es un compañero silencioso. De esos que no hacen falta todos los días, pero que cuando vuelven, sientes que nunca se fueron.


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