Hoy un compañero de trabajo me ha ofrecido galletas. Una bolsita con 5 galletas y un papelito, por dos euros. "Para Haití", me dijo, y las compré. Lo que leí en el papel que venía en la bolsa lo desconocía, pero me hizo sentir una rabia tan grande, que pensé en como coño podemos vivir día a día simplemente ignorando estas cosas.
En Haití, el precio de la comida se ha disparado de tal forma, que mucha gente no puede ni comprar una taza de arroz. Subsisten con menos de 15 céntimos de euro al día, y una taza de arroz cuesta 20.
Mucha gente en Haití, malvive alimentándose de galletas de barro. Preparan una mezcla de barro, manteca vegetal y sal, le dan forma de galleta, y la dejan secar al sol. Las galletas se venden a 3 céntimos. Los más desgraciados, los que no pueden ni comprar estas galletas, mendigan los trozos rotos. Este es el único alimento al que tienen acceso muchos haitianos.
Nada más cruzar la frontera está República Dominicana, llena de europeos tostando sus cuerpos sebosos al sol, mientras disfrutan de daiquirís y piñas coladas.
No puedo evitar, cada vez que me entero de estas cosas, que me entren ganas de liarme a tiros.
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