Tenía las patas de alambre porque pasaba mucho hambre y acabó la pobre todita desplumada.
Ponía huevos en la sala y también en la cocina, pero nunca los ponía en el corral. Lo único que hacía era poner un huevo tras otro sin epidural.
Fue rescatada por Fani La vegana que la llevó a su santuario animal Almas Veganas.
Allí fue torturada por aquellos que la alejaron de los gallos y hasta la obligaban a comerse sus propios huevos.
Huyó de aquel sitio aprovechando un despiste y meses después murió en el parto de su hijo número 587.000.