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Gallinardo

Publicado el 28 noviembre 2024 por Hugonote @Casagrande_Jose

Una vez que la simulación estuvo lista y funcionando a escala real en el hiperespacio, Zaida y el Cíclope decidieron retomar sus caminos. El caballero regresó a las dimensiones límbicas, aconsejándole encarecidamente a Zaida que volviera a la Galaxia de Andrómeda, que ya estaba bastante cerca, casi que a tiro de piedra. Sin embargo, la chica ignoró la sugerencia y retornó a su hogar en el Monte Olimpo de Marte.

Un día cualquiera, mientras practicaba una compleja pieza musical, escuchó un golpe en la puerta. Al abrirla, se encontró con un cortejo de personajes de aspecto sombrío, rozando lo solemne.

-¿Es usted Zaida Simula? -preguntó una especie de ser humanoide mitad pavo real/mitad albino, que se identificó como: Gallinardo de las Plumas Cósmicas, Alcalde del Crimen.

-Sí. ¿Qué desean?

-Está usted arrestada por el grave delito de poseer una simulación no autorizada.

-Mi simulación es un asunto privado.

-No del todo. Sabemos que no es tecnología humana, sino alienígena. Y eso, señorita, es un delito de alta gravedad. Con pena de cárcel y, posiblemente, sentencia de muerte. Ademas esta ejecutando en paralelo múltiples versiones de Aragca, lo cual es un agravante. Y hay testigos de que usted asesinó a un monito Titi, que es especie protegida por la Leyes Solares, por estar en vías de extinción.

Zaida trataba de asimilar las palabras que dijo el siniestro personaje, cuando uno de los gorilas del séquito sacó una macana de goma y le propinó un porrazo en la frente. Cayó al suelo, fulminada e inconsciente.

Cuando despertó, en Mimas, descubrió que estaba atrapada en un cepo de madera que inmovilizaba sus manos y cuello, impidiéndole cualquier gesto mágico. Estaba sola. Descalza. Abandonada. Proscrita. Desterrada. Le habián colgado un grosero letrero en el pescuezo con las palabras: "He pecado".

Usualmente, una persona normal en Mimas moriría en menos de cinco segundos debido a las condiciones extremas de aquel lugar. Pero Zaida llevaba en su cinturón un dispositivo que generaba una atmósfera personal y la protegía de la radiación. Era el estándar para sobrevivir cómodamente en Marte y tenía una duración aproximada de 24 horas antes de requerir recarga. Sin embargo, las condiciones de Mimas eran mucho más hostiles.

El cinturón comenzó a emitir alertas: quedaban menos de 30 minutos de batería. Zaida entró en pánico. Sabía que iba a morir de forma atroz. Se dejó caer, arrastrándose por el suelo inhóspito, llorando primero con lágrimas y luego sin ellas. Suplicó en vano por ayuda y perdón.

Cuando faltaban tres minutos para el final, decidió calmarse. Aceptó su destino. Allí, tendida sobre la gélida superficie de Mimas, entró en un estado de meditación y relajación profunda.

El cinturón anunció la cuenta regresiva: 10 segundos, 9, 8, 7...

Cuando llegó a cero, simplemente murió.

No hubo túnel de luz. Nada. Solo la acostumbrada oscuridad de Mimas y la indiferente presencia de Saturno, observando con calma.

-¿Así que esto es morir? -se preguntó Zaida al darse cuenta de que ya no tenía el cepo. Llevaba un vestido blanco, parecido al de una novia, y podía ver el desolador horizonte de la luna. Frente a ella estaba su propio cuerpo inerte.

Se inclinó para tocarlo. Intentó acariciar el rostro del cadáver, pero la mano lo atravesó sin sentir nada sólido.

-¿Me he convertido en un fantasma?

No hubo respuesta. Nadie la escuchaba.

Consciente de su nueva condición, decidió vagar por la superficie de Mimas. Dio varias vueltas, de polo a polo, hasta que, de repente, sonrió y dijo en voz alta:

-Al menos, no tengo que arrancar baobabs.

Gallinardo

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