Revista Educación

Gallinas y gallo

Por Siempreenmedio @Siempreblog

Gallinas y gallo

16 febrero 2014 por JLeoncioG

La foto la cogí del blog de Rosa María Artal, quien ha escrito un artículo sobre el tema que no tiene desperdicio

La foto la cogí del blog de Rosa María Artal, quien ha escrito un artículo sobre el tema que no tiene desperdicio

Por mi condición de ser rural, es decir, de elemento pegado a una huerta, finca, parterre o camellón, he visto muchos gallineros. Y créanme, en esos sitios donde se ponen los huevos impera el fascismo.

Hay un indivudo, altivo él, arrogante, que es el que corta el bacalao, el que coloca las filas, atiende -lo necesiten o no- a sus súbditas, marca los tiempos, y traza los espacios. Se levanta primero que nadie, siempre va delante, y ataca, pica, o espolea a los intrusos, y castiga a las díscolas.

Así es un gallinero: uno manda, y manda bien fuerte, y las demás obedecen, cacarean, ahuecan sus alas, ponen sus huevos y empollan. Y nada más, antes de pasar al caldo. Su función es poner huevos. Lo demás lo hará todo el gallo (pensar, decidir, criticar, cuestionar…)

El martes esa secuencia-escenario-cuadro se trasladó al paseo de San Jerónimo de Madrid, al Congreso de los Diputados, donde hay dos leones por fuera. Y en la prensa, el miércoles, se difundió una fotografía en la que salía el gallo (altivo, arrogante, el que corta el bacalao, el que coloca las filas en orden) caminando por la jaula; y un nivel por encima, en un palo que ya está tan sucio como el de cualquier gallinero, posadas sobre sus patas y aplaudiendo (o cacareando) estaban las gallinas del PP.

Esas son las gallinas que han puesto a merced de la “disciplina de partido” sus cuerpos, el de sus hijas y el de sus nietas. Su capacidad de decidir, su dignidad de mujeres. Son las gallinas que siguen pensando en no sé qué moral tardofranquista, las gallinas que se han olvidado de que lo son (de que las maneja el gallo, de que él decide, les dice, les exige), y que piensan que son otra cosa, que están por encima del bien y del mal.

O que seguramente sean capaces de eludir “el mal” con las facturas que paguen los gallos que tienen en sus casas, a los que les planchan la camisa para ir a la iglesia los domingos, y las llevan en coche a pasear, con el visón puesto, el pelo cardado y las uñas pintadas.

Estas gallinas siempre ponen huevos. Con eso les basta.

La foto de la que hablo la he tomado del blog de Rosa María Artal, el enlace a su artículo es este.


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