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Gallo de pelea, de Charles Willeford

Publicado el 14 noviembre 2015 por Aramys

Gallo de pelea

Charles Willeford no nos suena a casi nadie. A casi nadie de los que solo hablamos español. A los que tienen el súper poder de hablar inglés puede que les suene. Aunque no apostaría mucho por ello. Willeford, que murió en 1988 a los 69 años, escribió poesía, un par de libros de memorias y más de quince novelas, fue crítico literario en el Miami Herald y dio clase en dos universidades.

Pero a Willeford la fama le llegó tarde, tardísimo pobre, a los sesenta y cinco años, cuando publicó Miami blues, el primero de cuatro libros que forman la serie del sargento Hoke Moseley, y el único traducido en España (Serie negra 2012) hasta hoy. Por esa serie de novelas negras alcanzó la fama y el dinero, pero detrás dejaba muchas novelas fantásticas prácticamente desconocidas.

Sajalín ha traducido Cockfigther (Gallo de pelea), la que se considera su mejor novela y también la más conocida junto con las de Hoke Moseley. Cockfigther no es una novela negra, ni policíaca, ni nada de todo eso. Por si pensabais que iba en la línea de Miami blues. La verdad es que es una novela bastante inclasificable. Aborda temas como la ambición (principalmente), la religión, las apuestas, y retrata una parte de Estados Unidos ya desaparecida, una cultura ilegalizada y oscura que en aquellos años, los sesenta, movía mucho dinero y tenía sus propias leyes, su liturgia, sus costumbres y hasta sus torneos.

Porque esto va de peleas de gallos sí.

Frank Mansfield lleva dos años y siete meses sin hablar. Ha decidido quedarse mudo hasta ser el mejor gallero de todo Estados Unidos, y eso solo se consigue con dedicación, concentración y los mejores gallos finos. Pero Frank no tiene nada, absolutamente nada, ni un gallo, ni siquiera un techo donde dormir. Conseguir el Premio al Gallero del año esta temporada se ha puesto más difícil de lo que había imaginado.

Willeford ha conseguido que me interese un tema por el cual sentía una gran repulsión; las peleas de gallos, así como la caza, las peleas de perros y todos esos deportes con tanta testosterona rezumante me asquean profundamente. Pero Willeford es un campeón. La novela es mucho menos violenta de lo que cabe imaginarse y Willeford vuelca la trama más en la liturgia y la cultura de este deporte que en las peleas y la sed de destrucción de los gallos.

Y aunque la novela pulpea mucho, con sus mujeres con curvas y de mente libidinosa, la sangre y el polvo de los reñideros, las apuestas y la misma escenografía, Gallo de pelea es una novela con una factura más que excelente, escrita con multitud de lecturas y trasfondos, poseedora del legado de una cultura extinta que ahora nos parece aberrante y sangrienta, pero que en aquellos años (los reales años sesenta) era algo normal e incluso respetado. Willeford escribió una parte de la historia de los Estados Unidos que muchos solo conocíamos de pasada, que asociábamos a la clandestinidad y a los suburbios, pero que a ojos vista, contaba con la aprobación de senadores (que organizaban los mejores y más exclusivos torneos) y de las autoridades.

Crear a un personaje como Frank Mansfield hubo de ser un desafío para Willeford, mantenerlo mudo durante trescientas páginas y hacerlo interactuar con los demás personajes a través de signos, de miradas, de gestos, de silencios, no tuvo que ser fácil, se nota que Willeford sabía lo que tenía entre manos. Solo por experimentar la agradable frustración que se siente al leer como Mansfield no puede contestar a los insultos, a las insinuaciones, no puede apostar o ni siquiera puede pedir la comida, vale la pena sumergirse en las ciudades del sur de los Estados Unidos y seguir a nuestro gallero favorito en su periplo por conseguir el ansiado título de mejor del mundo.

Felicitar una vez más a Sajalín por su buen ojo y a Güido Sender por la magnífica traducción que hace que la novela se lea con una fluidez impresionante.

Gallo de pelea
Charles Willeford
Sajalín editores 2015
319 páginas


Gallo de pelea, de Charles Willeford
Gallo de pelea, de Charles Willeford

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