Este fin de semana se celebró la primera feria dedicada al mundo de los videojuegos en Madrid, Gamefest, siguiendo la estela de otras convenciones europeas. Su éxito puede considerarse como una prueba más de la expansión de este sector de la industria del entretenimiento, que el año pasado superó en beneficios al cine y la música (afectados por la piratería y la poca innovación que ofrecen a los consumidores). Además de expandirse, el joven sector de los videojuegos ha sabido renovarse y ampliar sus fronteras, atendiendo a las demandas de un público cada vez más amplio (lo cual se refleja en la presencia de familias enteras en Gamefest, cada uno de sus miembros interesado en un tipo de videojuego determinado). Por mi parte, las sagas Halo, Call of Duty y GTA ya cuentan conmigo entre sus seguidores.
Los aficionados a los videojuegos pudimos encontrar en Gamefest expositores en los que grandes compañías como Sony, Nintendo o Microsoft mostraban sus próximos lanzamientos y nos daban la oportunidad de probarlos (siempre que soportásemos las colas de espera). Entre los videojuegos expuestos pueden diferenciarse dos amplios grupos: aquellos que nos proponen diversos ejercicios físicos y los que heredan el proceso de producción del mundo del cine. Los primeros se basan en la interacción con la consola ya sea para ponernos en forma o para aprender los pasos de baile del mismísimo Michael Jackson; presentando accesorios que reconocen nuestros movimientos con precisión, como Move de PlayStation 3 o Kinect de Xbox 360. En cuanto al segundo grupo, en él encontramos aquellos videojuegos que atraviesan un proceso de desarrollo millonario similar al de las grandes producciones de Hollywood, sin reparar en gastos en cuanto a elaboración de guión o apartados gráfico y sonoro se refiere.
Evento necesario, Gamefest ha demostrado la buena salud del mundo de los videojuegos y las nuevas posibilidades que se explorarán en el futuro inmediato, además de la gran aceptación de la que goza el sector entre el gran público.