Revista Coaching

Ganar el mundo entero

Por Andresubierna

plaza“Después de la guerra del 67 decidí salir de Egipto en auto-stop hasta Europa.  Siempre he vivido con mi mente concentrada en mi. No ha sido simplemente un viaje , ha sido la búsqueda de mi identidad. Cada hombre tiene algo que descubrir de sí mismo. La gente del pueblo estaba segura de mi locura, cuando decidí caminar hasta Europa.  Pero la mejor cosa en la vida  es conocerse a uno mismo.

Desde entonces han pasado 20 años y sigo teniendo la misma idea: encontrarme a sí mismo. Pase por Líbano, Siria, Jordania, Turquía y Yugoslavia hasta llegar aquí.. Tuve que enfrentarme a todo tipo de desastres naturales; dormí en zanjas, en la vera de los caminos, en plena tormenta, estuve implicado en  accidentes, he visto amigos morir cerca mío; pero mi concentración nunca flaqueó. Ha sido una aventura por 20 años y seguirá el resto de mi vida…

Mediante estas experiencias he visto que el mundo no tiene valor. La única cosa que cuenta aquí, la primera y la última, es Dios. Me concentro cuando rezo y soy capaz de poner en calma mis sentimientos, tranquilizarme y evitar enloquecer. Creo que el destino manda en mi vida y no tiene sentido luchar…

He visto el hambre, la guerra, la muerte y la pobreza. Ahora con el rezo empiezo a escucharme y he vuelto hacia mi centro. El hombre nació para ser probado sobre esta tierra. Si vivo 20 años más, trataré de disfrutar cada momento en vez de matarme para conseguir más …

Si estoy aquí es para vivir como un hombre libre. Puedo permitirme avanzar lentamente… como dijo Jesus ¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si se pierde a sí mismo?

He comenzado este viaje como el pollito que sale de su huevo y desde entonces he caminado en libertad. Cada hombre debiera conocerse a sí mismo y experimentar la vida en todas sus formas. Yo podría haber seguido en mi pueblo donde tenía trabajo, pero decidí vivir con los pobres.

Uno no consigue ser hombre casándose o a través del sexo: ser hombre significa ser responsable, saber cuando es el tiempo de hablar, saber lo que hay que decir y saber cuando hay que permanecer en silencio.”

Reyad es un egipcio de 33 años que vive y duerme en las plazas de Milán, come en cocinas de caridad, y cuando necesita dinero lava platos en restaurantes.

La letra negrita es lo que más resalto de su comentario, que encontré en el libro Fluir de Mihály Csikszentmihalyi, editorial Kaidos.

Ahora bien, debo confesar que cuando leí estas palabras se me dispararon varias preguntas que quiero compartir con Uds.

  • ¿Cómo puede ser tan claro y tan feliz alguien que no tiene nada y vive en la calle?
  • Cuando veo gente como Reyad por las calles de Buenos Aires, ¿prejuzgo que no son felices?
  • ¿Debe un ser humano tener estas experiencias para conocerse a sí mismo, o puede detener su andar en la vida cotidiana con todo el confort y las cosas materiales para acceder a esa consciencia?
  • ¿Qué me deja Reyad como enseñanza en mi vida, soy feliz, soy responsable de todo en mi vida?
  • Por último, ¿Tengo la vida que quiero, y la sigo eligiendo día a día?

Te dejo con estas preguntas reflexivas y aguardo tus comentarios.

Por Víctor Raiban.

 


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