Revista Coaching
Hay situaciones insostenibles einexplicables pero que se dan. No quiero hacer esto,…, y lo hago. No lo volveré a hacer más,…, y lo repito.
El caso que me comentaron ayer era muy ejemplarizante. Una mujer a la que su jefe no para de cargarla de trabajo. Más que a ningún compañero de la oficina. Ella está saturada pero no se atreve a decirle que no.Como es muy dispuesta le resuelve todos los asuntos así que cuanto más difícil sea el tema, más probabilidades tiene de que se lo adjudiquen a ella.
El estrés le está llevando a tal situación que ha decidido aprender a decir que no. Está en manos de especialistas. Lo necesita o revienta. Pero aún no lo ha conseguido. Por supuesto, lo más importante es que ha detectado su problema y que lo está enfrentando. Es el primer paso.
En la tertulia comentamos algunas posibilidades de este caso. Y entre ellas salió la de la balanza. Me explico. ¿Qué gano y qué pierdo haciendo lo que hago? Esta pregunta - que en principio parece que hacérsela es de Perogrullo - no suele aparecer.Suelen salir otras como: ¿Por qué el jefe me está puteando? ¿Por qué mis compañeros son tan perros?
Este tipo de pregunta tira el balón fuera de uno mismo y responsabiliza a los demás de la circunstancia. Por tanto, como la responsabilidad es del otro, yo no tengo que hacer nada y puedo seguir teniendo un motivo de queja…Que a fin de cuentas es lo que me gusta (aunque no lo reconozca,…, porque si doy pena, me hacen más caso y no me quedo solo… )
Esta última concatenación de ideas no es la única pero tomémoslo como ejemplo de por donde pueden ir los tiros.
Tan sólo quien es capaz de afrontar la respuesta a la pregunta ¿qué gano y que pierdo actuando así? con valentía, sin prejuicios ni miedos, con profundidad, asume su responsabilidad, actúa y resuelve de manera positiva y consistente. Conseguirá salir del bucle.