La sra. G caminaba pensando en sus cosas cuando de repente la sra. J le salió al paso y con ademanes airados le gritó a la cara:
- ¿Quieres dejar ya de meterte en mi terreno?
A lo que, con cara de asombro, pero sin amilanarse lo más mínimo preguntó la sra. G:
- No tengo ni idea de que me hablas.
- No te hagas la lista conmigo que de sobra sabes a lo que me refiero. Llevas toda la vida intentando suplantarme. – Continuó la sra. J en el mismo tono altisonante y ofensivo.
- Mira chica, no tengo ningún interés en hacerme pasar por ti. Llevas una vida plana y monótona que no tiene ningún atractivo para mí. – Le contestó con tono displicente la sra. G.
- No te hagas la tonta porque ya lo eres. El sr. E y también el sr. I me dicen que siempre que sales con ellos te arreglas como yo, te vistes como yo, e incluso hablas como yo.
- ¡Anda ya! No niego que tenemos algo que nos asemeja, por algo somos hermanas, pero de ahí a pretender que yo quiero suplantarte va un abismo. El otro día, sin ir más lejos, estuve con el sr. A y precisamente se hacía lenguas de la diferencia que hay entre nosotras a pesar del parentesco. – Le respondió la sra. G.
- Eso, lo único que demuestra es que eres una fresca. No te importa cambiar tu personalidad con tal de tenerlos a tu alrededor bailándote el agua. – Se quejó la sra. J.
- No querida. Eso lo único que demuestra es que tú eres una pavisosa que sólo tienes un registro. Pregúntales al sr. O y al sr. U si también me encuentran igual a ti. Sólo al sr. E y al sr. I que son unos insulsos les gusta que me parezca a ti. Pero aun ellos, no siempre. Bien que se hacen acompañar en muchas ocasiones por el sr. U para disfrutar de mis diferencias. Si hasta la sra. L y la sra. R me dicen que eres una estirada que las ignoras. Con lo agradables que son y la buena compañía que hacen.
- ¡Ah no! Por ahí si que no paso. Son ellas las que nunca han querido saber nada de mí. Ellas sabrán por qué. Mira, te dejo porque esta conversación no nos va a llevar a ninguna parte y no me quiero poner a tu altura.
- Anda y que te jo…, bueno no, que a lo mejor te gusta y gozas, galana mía.
Y regresaron a ocupar cada una su lugar en el abecedario.