Revista Libros
Gerald Martin.
Gabriel García Márquez.
Una vida.
Traducción de Eugenia Vázquez.
Debate. Barcelona, 2009.
Muchos años después de comenzar a elaborar este libro, Gerald Martin publicaba en Debate Gabriel García Márquez. Una vida. Han sido casi veinte años de trabajo que dieron como resultado un borrador de tres mil páginas que finalmente se redujeron a la cuarta parte pero que más allá de la anécdota hablan muy claramente de la complejidad del personaje.
Escribe lo que veas; yo seré lo que tú digas que soy, le dijo García Márquez al autor de esta ambiciosa biografía, escrita con una notable capacidad narrativa y en la sólida tradición de biógrafos ingleses, verdaderos maestros del género que inventó Boswell con La vida de Samuel Johnson.
Del ingente trabajo de Gerald Martin dan cuenta dos datos reveladores: las más de trescientas entrevistas que sostuvo con García Márquez y con su círculo de familiares y amigos, y las siete páginas de agradecimientos que abren esta obra, cuya primera edición apareció en el Reino Unido el año pasado. La traducción al español la firma Eugenia Vázquez Nacarino.
Biografía tolerada que va camino de ser biografía oficial, este acercamiento a la vida y la obra de García Márquez no es una hagiografía. El biógrafo no mira de rodillas a su personaje, sino cara a cara, como al escritor, el hombre y el ciudadano complejo que es García Márquez, sincero y arrogante, sencillo y vanidoso, brillante y contradictorio.
La mirada distanciada de Gerald Martin aborda la figura del colombiano entre la existencia privada y la fama pública que acaba devorándola, con alguna incursión en una tercera vertiente que es la vida secreta -las zonas de sombra que insinúa la foto de la portada-, que se proyecta en sus novelas, y una interesante aproximación crítica a la cocina literaria del narrador y a sus obras más emblemáticas.
Para el biógrafo, Cien años de soledad es el eje de la vida de García Márquez, así como El otoño del patriarca es el eje de su obra. En ese terreno se mueve una de las aportaciones más interesantes de este libro: la lectura en clave autobiográfica de El otoño del patriarca como autorretrato crítico del escritor, o la proyección de sus decepciones vitales, literarias e ideológicas en el Bolívar terminal de El general en su laberinto.
La otra característica llamativa de esta espléndida obra es que atiende más al espacio que al tiempo, más a la atmósfera que a la cronología. Gerald Martin tiene una envidiable capacidad para evocar ambientes y recrear en ellos situaciones y personajes, lo que le da a esta biografía un talante narrativo. Con alguna ironía, el autor sospecha que finalmente la obra se la ha escrito Gabriel García Márquez, que le ha transferido parte de su admirable talento como contador de historias.
La mayor parte de los “grandes nombres” sobre los que la crítica actualmente coincide –escribe Martin en el Prefacio- llegan hasta los años cincuenta (Joyce, Proust, Kafka, Faulkner, Woolf); pero en la segunda mitad del siglo, quizá el único escritor que ha cosechado verdadera unanimidad haya sido García Márquez. Su obra maestra, Cien años de soledad, publicada en 1967, apareció en el vértice de la transición entre la novela de la modernidad y la novela de la posmodernidad, y acaso sea la única publicada entre 1950 y 2000 que haya encontrado tal número de lectores entusiastas en prácticamente todos los países y culturas del mundo.
La infancia en Aracataca, la formación del escritor, los trabajos y los días del periodista, la dureza de la vida en París, el éxito en Barcelona, la relación con el poder del escritor de prestigio dan lugar a algunos de los momentos más convincentes del libro. Y en todos ellos el gran reto de Martin ha sido deslindar la realidad de la fabulación en los recuerdos de un mamagallista tan aventajado como García Márquez, que se ha dedicado con envidiable constancia a fabular sobre muchos episodios fundamentales de su vida.
Aun así, con ese riesgo innegable, Gerald Martin sabe que ha escrito una obra de la que se puede sentir no sólo satisfecho, sino orgulloso. Y, aunque probablemente no era su propósito, este texto contribuirá no sólo a acercar al personaje, sino también a hacer crecer el mito y a afirmar su capacidad de seducción:
Siempre que me han preguntado si ésta es una biografía autorizada, mi respuesta ha sido invariablemente la misma: «No, no es una biografía autorizada, es una biografía tolerada». No obstante, para sorpresa y gratitud mías, en 2006 el propio García Márquez dijo ante los medios de todo el mundo que yo era su biógrafo «oficial». ¡Así que probablemente yo sea su único biógrafo oficialmente tolerado! Ha sido un privilegio extraordinario.
Santos Domínguez