Revista Cine
Director: Henry Hathaway
Hoy, camino a la piscina, me encontré con una calle llena de hojas caídas por el otoño; una calle vacía, silenciosa, nublada y fría, como desolada (aunque el barrio no sea precisamente desolado), como si en aquel instante yo fuera el único ser humano de aquella cuadra en donde transitan pocos autos y pocas personas; y mientras caminaba, un viento soplaba suavemente a mi favor, por lo que las hojas se abrían, como dejándome pasar, y debo decir que el sonido del viento silbando, el de las hojas contra el pavimento y el de mis solitarias pisadas, todo eso, me recordó al cine de Béla Tarr y por un momento me pregunté si podía hacer como que veía las cosas en blanco y negro. Después apareció un auto, luego personas, en fin, volví a la realidad, pero demonios, qué bello fue sentirse dentro de una imagen del maestro húngaro. Espero que el otoño por fin comience a parecer como un maldito otoño de verdad. A la vuelta las hojas ya no estaban, y no pude sino recordar las palabras de la protagonista de La última niebla, novela de María Luisa Bombal, quien pregunta "¿Por qué, en otoño, esa obstinación de hacer constantemente barrer las avenidas? Yo dejaría las hojas amontonarse sobre el césped y los senderos, cubrirlo todo con su alfombra rojiza y crujiente que la humedad tornaría luego silenciosa". Yo también, querida, yo también...
"Garden of Evil" es el segundo western que Henry Hathaway dirigió durante los cincuenta. El primero es "Rawhide" y lo comentamos ayer, pero eso ya lo sabían.
Pareciera ser "Garden of Evil" una película precisa y concisa, que va directo al grano y que, tal como "Rawhide", destaca por su síntesis narrativa. Así parece al inicio, acaso durante su arranque, digamos sus primeros veinte o treinta minutos. La trama nos presenta a tres buscadores de oro, de distintos oficios y personalidades, que quedan varados en un pueblo mexicano debido a que el barco en el que se trasladaban sufrió una avería. En la cantina local, mientras beben sus vasos de mezcal, irrumpe Susan Hayward para pedir ayuda: su esposo ha quedado atrapado en una mina de oro y ella está dispuesta a pagar su buena cantidad de dinero con tal de que alguien o varios la acompañen. Parece trabajo fácil, pero no lo es: la mina queda a días de distancia y el trayecto está lleno de accidentes y retos geográficos capaces de doblegar al más duro (o eso se dice); por lo demás, es territorio apache. En cualquier caso, los tres hombres y un mexicano local aceptan y parten junto a Susan Hayward a socorrer al pobre sujeto.
Uno piensa en la premisa de esta película y en lo bien que pudo haber quedado si el director hubiese sido Anthony Mann o John Sturges, cuyas películas presentan varias características comunes con ésta: un viaje largo y peligroso, hombres desconocidos y/o rebosantes de desconfianza entre sí, un futuro incierto, una agobiante atmósfera de tensión, y claro, mucha violencia palpitando y amenazando con explotar a la superficie. Mann y Sturges, como ya vimos y comentamos, manejan a la perfección el espacio-tiempo cinematográfico, ya sea en grandes tramos-períodos o en espacios más concretos, acotados. Hathaway, no lo niego, sabe poner la cámara, capturar panorámicas y dotar de cierta contundencia a sus escenas de acción, además de no nublar el talento de los actores de renombre que dirige. Pero todo lo que hacía bien en "Rawhide" en ésta se diluye, se dispersa, se aletarga... No me extraña: el relato se alarga demasiado, o mejor dicho, no es que le falten acontecimientos, es que los estiran hasta hacerles perder consistencia, como un chicle que has masticado demasiado tiempo. Lo cierto es que la historia de "Garden of Evil" agarra de muchos lados sin lograr conformar nada concreto: la película comienza con esta travesía a la aislada mina en medio de la nada, trayecto en donde los personajes tendrán sus predecibles roces (no se extrañen si uno de los sujetos intenta propasarse con Hayward) y luego del cual todas las señales desperdigadas entre escenario y escenario (acantilados, desiertos, palmeras, ríos, valles cubiertos de ceniza) quedan en nada, como tiros al aire. Llegado a la mina, hay que devolverse con el lisiado a cuestas y en este punto los antagonistas son los indios, que harán todo lo posible por aniquilar a estos blancos que pisan sus tierras sagradas. Y no, que hasta tenemos tiempo para instalar una suerte de triángulo romántico no-exactamente-amoroso entre Richard Widmark, Gary Cooper y Susan Hayward (de repente los dos sujetos comienza a idolatrar/odiar a Hayward y la verdad es que nunca comprendo el porqué: serán las vanas ínfulas poéticas que el guión deja escapar cada cinco minutos). Más encima, ya al final, la película se despide con una frase de Cooper que es bastante interesante aunque llega demasiado tarde y, peor, que demuestra la total falta de contenido del relato, porque los principios expuestos en la frase de Cooper nunca se ven expresados en unos personajes que si se llevan mal, es porque simplemente tienen egos muy grandes y frágiles y por eso se la pasan viendo quién es el más fuerte y quién manda más. La frase en cuestión es la siguiente: "Si la tierra estuviera hecha de oro, los hombres se matarían por un puñado de polvo". Pero, ¿acaso "Garden of Evil" trata sobre la codicia del hombre?, porque como digo, los personajes se pelean para ver quién impresiona más y mejor a Susan Hayward. En todo caso, lo peor de esta película no es su pobre desarrollo de personajes (que además son inconsistentes y contradictorios: pasan de la mezquindad o la honradez como quien enciende un interruptor de luz, y luego de vuelta a la ruindad y todo por las puras), sino la blanda, descafeinada e insípida puesta en escena de Henry Hathaway, que no sólo no logra corregir los errores del guión, sino que deja que éstos lo arruinen a él.
¿Lo mejor? Susan Hayward: dentro de todo, su personajes es el más completo y la actriz le imprime todo su poderío inherente. ¿Widmark y Cooper? Son grandiosos actores y demuestran todo su oficio; es un maldito gusto verlos y si no fuera por ellos quizás la película sería aún más plana, sin embargo, qué poco los aprovecha Hathaway.
En definitiva, estamos ante un western absolutamente nada memorable y ante una película completamente olvidable. Tiene destellos de calidad aparte de los actores (bellas imágenes, momentos de humor y de humanidad, algún par de tiroteos bien ejecutados...), pero el conjunto resulta improvisado y da la impresión que nadie supo de qué demonios trataba la historia. Si tuviera la potente descripción de personajes y conflictos interpersonales de las películas de Sturges; si tuviera el dominio del espacio-tiempo cinematográfico de Mann; si tuviera la cruda reflexión sobre la naturaleza humana de "El tesoro de Sierra Madre", otro gallo cantaría... Es una lástima, pero es lo que hay.